sábado, 23 de enero de 2016

¿Somos realmente libres o sólo lo creemos?












Desde hace mucho tiempo hay debates entre el libre albedrío o la supuesta facultad del hombre de elegir y el Determinismo, que niega esta capacidad.
A voz de pronto, diríamos que somos libres para elegir, y sin embargo, para los neurocientíficos la cosa no está tan clara. Es por eso, que se ha investigado el Libre Albedrío usando ordenadores que leen la mente.
¿Somos realmente libres o sólo lo creemos?
¿Somos realmente libres o sólo lo creemos?


La primera investigación neurocientífica sobre el libre albedrío tuvo lugar en la década de los 80 con el trabajo de Benjamin Libet, que realizó una serie de experimentos que parecían apoyar el determinismo.
Libet pidió a los participantes que hicieran un giro de muñeca en momentos aleatorios mientras medía sus ondas cerebrales y descubrió que podía medir un determinado tipo de actividad neuronal antes de que se moviera la muñeca de los participantes, lo cual daba a entender que la actividad neurológica precedía a la decisión consciente de mover la muñeca, por lo que a esta actividad se la denominó potencial de lectura.
Las ondas cerebrales encontradas podían predecir el movimiento de la muñeca del participante.
Las ondas cerebrales encontradas podían predecir el movimiento de la muñeca del participante.


Al mismo tiempo, otros científicos consideraron que el potencial de lectura podría de hecho ser la causa del movimiento, por lo que, el siguiente reto de Libet fue averiguar si el potencial de lectura podía detectarse antes de que la intención consciente de mover la muñeca se registrase.
En otras palabras, ¿sabía el cerebro de los participantes lo que iban a hacer antes de que ellos mismos supieran lo que iban a hacer?
Para responder a esta pregunta, Libet pidió a los participantes que mirasen un reloj y, después de haber hecho el giro de muñeca, les preguntó a qué hora exactamente habían decidido hacer el movimiento. Curiosamente, el potencial de lectura inconsciente empezó como medio segundo antes del momento en el que la persona informó de que había tomado la decisión.


La onda cerebral aparecía medio segundo antes del movimiento de muñeca.
La onda cerebral aparecía medio segundo antes del movimiento de muñeca.


Con estos resultados, muchos serían los que tratarían de negar el libre albedrío, pero lo cierto es que el asunto parece ser algo más complicado…
El resurgimiento del libre albedrío
Un estudio reciente, llevado a cabo en el Charité’s Bernstein Center for Computational Neuroscience de Berlín, ha reabierto el antiguo debate.
Los resultados publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences son fascinantes.
 
El equipo investigador quería averiguar si el potencial de lectura podía ser vetado (cancelar la decisión) por el cerebro; es decir, una vez que la mente inconsciente había decidido realizar una acción, ¿podía la mente consciente modificarla?
Para ello se ideó un ingenioso experimento: los participantes debían realizar un duelo con el ordenador mientras sus ondas cerebrales se monitorizaban mediante electroencefalografía (EEG).
Los ordenadores pueden leer nuestra mente a través de las ondas cerebrales.
Los ordenadores pueden leer nuestra mente a través de las ondas cerebrales.


El ordenador se programó para poder leer la mente del participante. Cuando el programa detectaba el potencial de lectura del EEG asociado al siguiente movimiento de la persona, podía preverlo, representando el movimiento, antes incluso de que la persona fuera consciente de que lo iba a hacer.
Pero es que además, se comprobó que a pesar de esta predicción, la persona era capaz de cambiar de parecer en la última fracción de segundo, es decir, podía intervenir en el proceso de toma de decisión e interrumpir el movimiento.
Entonces, parece ser que somos algo más libres de lo que pensaban los neurocientíficos, aunque aún no está dicha la última palabra…
¿Y si somos esclavos de procesos inconscientes?
¿Y si somos esclavos de procesos inconscientes?

sábado, 16 de enero de 2016

Con la gran accesibilidad a las comidas preparadas con potenciadores del sabor como papas fritas, chocolate y las hamburguesas, y sus inacabables campañas promocionales, los consumidores están continuamente siendo bombardeados con tentaciones para comer.
 
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Esto significa que, en contraste con sociedades más tradicionales, la gente en la sociedad actual no come muchas veces por hambre, sino por la amplia disponibilidad y la gran cantidad de publicidad que nos impulsa a comer a cada momento.
Un nueva investigación publicada en el Journal of the Association for Consumer Research, en una edición titulada "La Ciencia Conductual del Comer" ha encontrado que la tendencia de los consumidores de hoy de comer sin hambre podría ser menos saludable que comer cuando estamos hambrientos.
 
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En el estudio participaron 45 estudiantes a los que se les indicó que reflejaran su nivel de hambre y que a continuación consumieran una comida rica en carbohidratos.
Para medir el impacto de la comida en la salud de los participantes, se tomaron muestras de los niveles de glucosa en sangre a intervalos regulares tras la ingesta. Este nivel tiende a elevarse tras una comida con contenido en carbohidratos y lo saludable es que la elevación sea ligera, pues los niveles elevados causan daño a las células corporales.
Los resultados del estudio demostraron que quienes estaban moderadamente hambrientos antes de la comida tendían a tener menores niveles de glucosa en sangre después de consumirla que quienes no estaban particularmente hambrientos antes de comer, lo cual sugiere que es más saludable comer con hambre.
 
Otras conclusiones curiosas derivadas de investigaciones publicadas en esta revista son que:
 
-Comer con cuchara una determinada comida hace que la persona quiera comer más que si usa un tenedor.
 
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-Cuanto más pequeños son los platos menos comemos.
 
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-Cuanto menos lujosos son los platos menos comemos; comer con platos de papel haría que las cantidades fueran mínimas.
 
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sábado, 9 de enero de 2016

Los terrores nocturnos: síntomas, causas y posibles tratamientos

¿Qué son los terrores nocturnos?
Los terrores nocturnos son episodios del sueño en los que se sufren experiencias de terror. Quienes los sufren, suelen chillar y gritar, a veces con sus miembros momentáneamente paralizados. Estos desórdenes del sueño suelen estar asociados al sonambulismo.
Los terrores nocturnos son más comunes en los niños, aunque los adultos también pueden sufrirlos. Un ataque normalmente dura entre 30 segundos y tres minutos, aunque puede ser sustancialmente más largo.

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Los terrores nocturnos son desagradables para todos los implicados, aunque en general, no son un motivo para acudir al médico.
A partir de varios estudios realizados sobre las parasomnias, se puede estimar que unos 7 millones de personas en Estados Unidos, habrán experimentado terrores nocturnos en algún momento de sus vidas.


Los terrores nocturnos son más comunes de lo que pensamos.
Los terrores nocturnos son más comunes de lo que pensamos.


Síntomas de los terrores nocturnos
Los terrores nocturnos son diferentes de las pesadillas. En una pesadilla, el soñador puede despertarse, pero durante los terrores nocturnos, normalmente continúa durmiendo.
Esto es debido probablemente a la fase del sueño en la que ocurre. Las pesadillas suelen ocurrir durante la fase REM, hacia el final de la noche, mientras que los terrores ocurren en el primer tercio de la noche, durante el sueño profundo o de ondas cortas.


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Los síntomas suelen ser los siguientes:

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-Dar gritos y chillidos
-Sentarse en la cama o experimentar sonambulismo
-Movimientos intensos de los miembros del cuerpo
-Respiración intensa, pulso acelerado y sudoración
-Pupilas dilatadas y tono muscular elevado
-Dificultad para salir del sueño
-Confusión al ser despertado
-Ojos abiertos como despierto pero sin responder a los estímulos
-Comportamiento agresivo (más común en adultos)
-Amnesia (a veces parcial) de lo ocurrido


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Causas de los terrores nocturnos
Puede haber varias causas potenciales o factores que contribuyan a los terrores nocturnos. Algunos de los más comunes son:
-Fiebre (sobre todo en niños)
-Estrés
-Deprivación del sueño
-Luz o ruido
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-Pasar la noche en un sitio no familiar
-Componente genético
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Los terrores nocturnos son muy comunes en los niños.


Adicionalmente, los terrores nocturnos están habitualmente asociados con otras condiciones subyacentes tales como problemas respiratorios durante el sueño (como apnea), migrañas, síndrome de las piernas inquietas y consumo de ciertos medicamentos.
Hay numerosas investigaciones actuales sobre las parasomnias, que tratan de profundizar en el conocimiento de estos desórdenes.
Los siguientes factores pueden jugar un papel en los terrores nocturnos sufridos por algunas personas.


Relación con el sonambulismo
Los terrores nocturnos y el sonambulismo a menudo van de la mano. Ambos fenómenos ocurren durante el sueño de ondas cortas en la primera etapa de la noche.
Algunos investigadores piensan que quienes presentan sonambulismo o terrores nocturnos pueden tener una dificultad inherente en mantener el sueño de ondas cortas, de modo que son susceptibles a sufrir activaciones cerebrales rápidas en las que pueden tener lugar las parasomnias.


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Disfunción talámica
Sólo en algunos casos puede ser un factor significativo la existencia de una lesión cerebral en la causa de este desorden. Se piensa que el Tálamo juega un papel esencial en el mantenimiento de los ciclos sueño-vigilia. También actúa como un filtro de las señales que nos llegan del exterior. Mientras dormimos el tálamo envía menos información que durante la vigila a las otras estructuras cerebrales.


Factores Genéticos
En un estudio que investigaba las parasomnias en familiares se encontró que el 80 % de los sonámbulos y el 96 % de los que sufrían terrores nocturnos tenían al menos un familiar cercano afectado por terrores nocturnos, sonambulismo o por ambas cosas.
Otra investigación que analizaba los casos de gemelos mono y dicigóticos también apuntaba significativamente a la heredabilidad de los terrores nocturnos: cuando uno de los dos hermanos s sufre terrores nocturnos, la probabilidad de que el otro también los sufra es mucho mayor si son gemelos que si se trata de mellizos.


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Tratamientos
No es muy común la necesidad de medicar para tratar los terrores nocturnos. Un gran porcentaje de personas los sufre durante su infancia, e incluso hay hipótesis que apuntan a que son consecuencia del desarrollo del sistema nervioso del niño.
Si los episodios causan mucha perturbación en el ambiente familiar, o las consecuencias son importantes en el funcionamiento diurno, se pueden tratar de diferentes formas como mejorando las condiciones del sueño si se piensa que el poco tiempo de sueño es un factor causal o actuando sobre el estrés si éste se percibe como posible causa del trastorno.


Intervenciones sencillas
Si tú o tu hijo padecen terrores nocturnos, hay varias intervenciones sencillas que puedes intentar para minimizar sus efectos:
-Hacer el entorno de sueño más seguro: cierra todas las puertas y ventanas por la noche. Retira los objetos peligrosos y frágiles.
-Identifica posibles factores de estrés y trata de minimizarlos. Es posible que en algunos casos sea útil pedir ayuda a un profesional.
-Aumenta el tiempo de sueño: la deprivación del sueño puede ser un factor, así que puedes intentar irte antes a la cama o añadir una siesta al tiempo diario de sueño. Una rutina con efectos relajantes antes de acostarte, como un baño caliente o una lectura ligera, podría ayudar.
-Busca posibles patrones causales: mantener un registro diario de la calidad del sueño, apuntando la hora aproximada de ocurrencia puede ser útil. Si ocurren regularmente a una determinada hora, trata de levantarte 15 minutos antes del momento de ocurrencia habitual, mantente levantado durante 5 minutos y vuelve a acostarte al cabo de ese tiempo. Si es tu hijo el que sufre los episodios, tendrás que seguir este mismo procedimiento, que aunque es difícil de llevar a cabo, suele dar muy buenos resultados.
Y si me despiertas una vez que el episodio ya ha comenzado, por favor, hazlo suavemente.

¿Quieres una dieta efectiva? Dieta emocional: mindful eating

Mindful Eating: Los expertos dicen que las dietas fallan por no tener en cuenta los aspectos emocionales de la comida
Mucha gente se hace el propósito cada año de perder peso, y aunque las intenciones son buenas, muchas veces los resultados no lo son tanto.
Además se ha estimado que sólo el 8 por ciento de las personas que hacen propósitos para el año que empieza los logran mantener.
Y por si fuera poco, incluso aunque se pierda peso al principio de una dieta, muchas veces el peso perdido regresa para quedarse (curiosamente es uno de tantos que puede volver a visitarnos por Navidad).
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Según Diane Robinson, neuropsicóloga y directora del programa de Medicina Integrativa del sistema de Salud de Orlando, en U.S.A., estos datos no son sorprendentes, ya que la mayoría de las personas se centra casi por completo en los aspectos físicos de la pérdida de peso, como la dieta y el ejercicio; sin embargo, hay un componente emocional en la comida que la mayoría pasan por alto y que no obstante, puede sabotear sus esfuerzos.
 
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Desde el programa citado se realizó una reciente encuesta a nivel nacional de más de mil personas y se encontró que el 31% de los americanos piensa que la falta de ejercicio es su mayor barrera a la hora de perder peso, seguidos por aquellos que piensan que el mayor obstáculo es la cantidad de comida ingerida (26%) y el esfuerzo requerido para llevar un estilo de vida saludable (17%). Un 12% argumentaba que su mayor barrera era el tiempo necesario para poder mantener el compromiso.
Curiosamente, sólo un 1%, pensaba que el bienestar psicológico fuese un factor. “Esto podría explicar por qué para tantos bajar peso se convierte en una batalla” decía Robinson. “Para perder peso y mantener los efectos a largo plazo, tenemos que hacer algo más que pensar lo que comemos, también necesitamos entender por qué comemos”.
Desde una edad temprana estamos unidos a la comida. A los niños muchas veces se les ofrece comida para consolarlos cuando están tristes o como recompensa por su buen comportamiento. Muchas celebraciones, como las cenas de Navidad, los cumpleaños, el día de San Valentín, etc., disponen la ingesta de comida como elemento central. Algunos olores de comidas concretas nos trasladan emocionalmente a determinadas épocas.
Las celebraciones y la comida es algo prácticamente inseparable.
Las celebraciones y la comida es algo prácticamente inseparable.
 
 
Conscientes o no, estamos condicionados a la ingesta de comida no sólo por necesidad, sino por confort. No es algo malo necesariamente, siempre que lo tengamos en cuenta y lo gestionemos adecuadamente.” Añadió Robinson.
Nuestro cerebro reacciona de la misma forma con otros placeres. Ya sea por el consumo de drogas, por un encuentro romántico o por una comida satisfactoria, el cerebro genera un neurotransmisor conocido como dopamina.
El problema comienza cuando la actividad que usamos como recompensa, o bien como amortiguador de ciertos eventos no deseados, es perjudicial para nuestro organismo o nuestros propósitos vitales.
Muchas personas crean el hábito de realizar determinadas conductas perjudiciales cuando se sienten estresadas, ansiosas, tristes o enfadadas: ya puede ser comer en exceso, fumar, beber, jugar, comprar y otras cosas que pueden convertirse en una adicción difícil de erradicar y cuya misión básica es permitir a la persona evadir o huir de una emoción. Como resultado algunas veces la persona se siente relajada realizando ese comportamiento, aunque otras veces entra en escena la culpa…
Darse cuenta de esto puede hacer que seamos más libres y capaces de elegir qué hacemos.
Diane Robinson nos propone las siguientes recomendaciones para ayudarnos reconocer la conexión emocional que mantenemos con la comida:
-Confecciona un diario con tus comidas diarias y tu estado de ánimo. Luego busca los patrones no saludables.
-Identifica las comidas que te hacen sentir bien y escribe por qué las comes, ¿te evocan algún recuerdo o crees que dependes de ellas para evitar sentirte mal?
-Antes de comer algo pregúntate si lo comes porque tienes hambre. Si no es así, busca la raíz emocional de esta conducta
Desde luego, esto tiene bastante que ver con el mindful eating. Hay quien puede reaccionar con pereza ante la idea de registrar cuándo, qué y por qué come, pero desde luego es una forma muy eficaz de ser consciente.
 
El objetivo es comer por hambre y no como forma de afrontar emociones
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El objetivo es comer por hambre y no como forma de afrontar emociones.
 
Quizás en algunos casos sea necesario plantearse la ayuda psicológica: si no tienes reparos a la hora de contratar a un entrenador personal, ¿por qué tenerlo entonces para acudir a la consulta de un psicólogo?.
Como dijo Diane Robinson “Si tratar de mantener tu cuerpo en forma no ha funcionado hasta ahora, puede ser el momento de intentarlo con tu mente”.
 

miércoles, 6 de enero de 2016

¿Sirve el rico rico perejil para algo más que para dar sabor?

Añadir tomillo o perejil puede hacer algo más que mejorar el sabor de tu comida– también podría mejorar tu cerebro.
Una nueva investigación revela como una sustancia presente en esas hierbas – la apigenina – dispara la formación de neuronas y mejora la conexión entre ellas.
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El perejil contiene apigenina


El director del trabajo, Stevens Rehen, del instituto para la Investigación y Educación de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, y sus colegas, han publicado sus resultados en la revista Advances in Regenerative Biology.
Estos resultados sugieren que la apigenina – también presente en el pimiento rojo, la camomila y muchas otras plantas y hierbas – podría ser la base de un nuevo tratamiento frente a numerosas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson o la esquizofrenia.


La Apigenina, un flavonoide.
La Apigenina, un flavonoide.


Los estudios previos realizados sobre animales han demostrado que las sustancias del mismo grupo de flavonoides que la apigenina podrían mejorar la memoria y el aprendizaje, mientras que otras investigaciones han mostrado que los flavonoides tienen el potencial de preservar y mejorar la función cerebral.

La Apigenina fue capaz de transformar células madre humanas en neuronas en sólo 25 días

El equipo investigador encontró que la aplicación de apigenina a células madre humanas las transformó en neuronas después de 25 días, con sinapsis más fuertes y sofisticadas, lo cual es clave para mejorar la función cerebral, la memoria y la consolidación del aprendizaje.

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Los investigadores aseguran que sus descubrimientos sugieren que la apigenina podría ofrecer una alternativa prometedora para el futuro tratamiento de diferentes desórdenes neurodegenerativos


Según Rehen, lo que todos podemos hacer de momento es aumentar la cantidad de flavonoides en nuestra dieta, ya que pueden influenciar la formación de neuronas y el modo en el que se comunican en el cerebro.
Para ello,nos basta tan sólo con añadir a nuestras comidas, por ejemplo, perejil, tal como hace quien ya sabemos…
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Rico, rico y sano, sanísimo...

viernes, 1 de enero de 2016

La dieta mediterránea podría proteger frente al envejecimiento cerebral

La dieta mediterránea suele incluir pescado, marisco, legumbres, frutas, nueces y aceite de oliva, y son muchos los beneficios que se le atribuyen.
 
 
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Sin embargo en este post hablaré de un estudio reciente llevado a cabo por el investigador Yian Gu, de la Universidad de Colombia en Nueva York, en el que se ha analizado la relación entre el seguimiento de esta dieta y la reducción en la pérdida de células cerebrales que suele tener lugar con la edad.
 
 
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A partir de una edad, el volumen de nuedtro cerebro disminuye a medida que cumple años
 
 
Los participantes en este trabajo fueron 670 personas en el rango de edad de 80 años, libres de indicios de demencia, a los que se les pasó un cuestionario para registrar su tipo de dieta durante el último año.
Se formaron dos grupos: uno en el que los integrantes consumían regularmente al menos 5 componentes de la dieta mediterránea y otro cuyos participantes no consumían regularmente este tipo de dieta.
Después de siete meses de la cumplimentación del cuestionario, se sometió a los participantes a un escáner cerebral para medir el volumen de su cerebro.
Los integrantes del primer grupo tenían los volúmenes mayores, lo cual explica Yian Gu con el siguiente argumento:
Los participantes que siguieron la dieta mediterránea tenían una diferencia de volumen equivalente a cinco años de envejecimiento cerebral, de manera que estuvieron más protegidos frente a la reducción de masa cerebral que produce habitualmente el envejecimiento.
 
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Según los resultados hay una relación entre la dieta y el envejecimiento cerebral
 
 
 
 
Puedes consultar el artículo de referencia aquí