¿Roja o verde? esa es la cuestión
Al igual que en la carretera un semáforo de color rojo indica que hay que detenerse, la comida de color rojo hace que nuestro cerebro nos detenga para ingerirla. Sin embargo, la comida de color verde nos indica que podemos continuar nuestro camino sin comernos lo que tengamos delante.
Esto es lo que nos desvela un artículo de la revista Scientific Reports en el que se demuestra como la visión es el sentido que nos guía en la elección de la comida.
Comemos con los ojos
Tal y como siempre se ha dicho, ya que para evaluar la ingestión de calorías nos basamos en un código de color.
Somos animales visuales
La autora del estudio, explica como según algunas teorías, nuestro sistema visual evolucionó para identificar fácilmente las frutas y vegetales del entorno que eran nutritivas. Para ello somos particularmente eficientes en distinguir el verde del rojo.
¿Qué buscamos en la comida? Nutrirnos, o lo que es lo mismo, ingerir un contenido denso en calorías y alto en proteínas.
En las comidas naturales, el color es un buen predictor de las calorías
Mientras más roja es un alimento no procesado, más probable es que sea nutritivo, mientras que las comidas verdes tienden a ser bajas en calorías. Nuestro sistema visual está claramente adaptado a esta regularidad.
Los participantes en los experimentos juzgaban las comidas cuyo color tendía más al rojo como más altas en calorías, mientras que con las verdes ocurría lo contrario.
Sin embargo, esto también pasaba con las comidas procesadas o cocinadas, aunque en este tipo de comidas, lo colores realmente no están relacionados con el contenido calórico. Esto indica que este mecanismo evolutivo debe haber sido adquirido antes de la introducción de los alimentos cocinados.
Tras comprobar cómo los colores influyen de forma inconsciente en nuestras elecciones de los alimentos, tanto de los naturales, como de los procesados (y en este caso sin ningún tipo de rigor), los autores del estudio consideran que se podría tener en cuenta este fenómeno en el etiquetado y empaquetado de los alimentos procesados, por ejemplo influyendo para que la gente consuma alimentos con menor contenido en calorías o bien utilizarlo en el tratamiento de los trastornos de alimentación.