domingo, 9 de febrero de 2014

LA VENTANA DEL ALMA


En 1965, el psicólogo Eckhard Hess publicaba un artículo en la revista Scientific Americanen el que describía sus hallazgos sobre las modificaciones del tamaño de la pupila y sus implicaciones.
Hess describía la pupila del ojo como una ventana al alma.













Contaba que su esposa había notado que cuando él contemplaba imágenes hermosas sobre la naturaleza sus pupilas se dilataban; esto dio pie a unas investigaciones que culminaron con la conclusión de que el tamaño de la pupila indicaba el grado de interés: mientras más interesante fuese el tema para el observador, mayor sería el tamaño de su pupila (hasta su límite físico, claro).









Según Hess, los compradores en bazares llevaban gafas oscuras precisamente para ocultar su grado de interés.

También comentaba este psicólogo los experimentos realizados en los cuales estadísticamente el grado de interés masculino sobre una foto de mujer era mayor cuando ésta tenía los ojos dilatados.
Tanto si eres mujer como si eres hombre, ¿Qué imagen te parece más atractiva?



Estas dos circunstancias, es decir, que nuestro interés pueda verse reflejado en el tamaño de nuestras pupilas y que a su vez el tamaño de la pupila de una persona pueda condicionar el grado de interés que suscita en otra persona (con lo cual a esa otra también se le dilatará la pupila) han dado lugar a mucho juego en la literatura.


 










De hecho la belladona es una sustancia que dilata las pupilas (midriasis) y se ha usado como cosmético. Se cree que su nombre deriva del uso doméstico que hacían de ella las damas romanas (donnas bellas), haciendo infusión con sus hojas para blanquear el cutis y aplicando el jugo de su fruto en los ojos para provocar dilatación de las pupilas.










Sin embargo trabajos más recientes sobre la pupilometría cognitiva como los de Jackson Beatty relacionan el tamaño pupilar directamente con el grado de esfuerzo mental que estamos realizando.
Podemos comprobarlo grabando con una vídeocámara nuestros propios ojos mientras realizamos operaciones de cálculo mental como multiplicaciones de dos dígitos. En el momento de mayor esfuerzo mental nuestras pupilas alcanzarán el mayor tamaño.
De esta forma puede averiguarse también el grado de dominio que alguien ha alcanzado sobre una tarea. Al principio, cuando la tarea se está aprendiendo el tamaño de la pupila será mayor, y una vez que la tarea se domina de tal forma que se convierte en automática, el tamaño de la pupila apenas variará.










Por otra parte, personas con más facilidad o talento en esa tarea necesitarán menos esfuerzo cognitivo para realizarla independientemente del grado de aprendizaje al que hayan sido expuestos y por tanto su tamaño pupilar será menor que el de otra persona con menos dotes para esa actividad mental.


Ahora bien, si estamos teniendo en cuenta la modificación del tamaño de la pupila debida al esfuerzo mental, ¿cuántas veces al día crees que se dilatarán considerablemente nuestras pupilas?











Creo que pocas, nuestra mente tiende (igual que nuestro cuerpo) al mínimo esfuerzo, y salvo en casos de necesidad probablemente los esfuerzos mentales grandes sean poco frecuentes en nuestro día a día habitual.
Es más probable que se dilaten nuestras pupilas debido a la observación de imágenes que atraen nuestro interés, ¿no crees?