En 1965, el psicólogo Eckhard Hess publicaba un artículo en la
revista Scientific Americanen el que describía sus hallazgos sobre las
modificaciones del tamaño de la pupila y sus implicaciones.
Hess describía la pupila del ojo como una ventana al alma.
Contaba que su esposa había notado que cuando él contemplaba
imágenes hermosas sobre la naturaleza sus pupilas se dilataban; esto dio pie a
unas investigaciones que culminaron con la conclusión de que el tamaño de la
pupila indicaba el grado de interés: mientras más interesante fuese el tema
para el observador, mayor sería el tamaño de su pupila (hasta su límite físico,
claro).
Según Hess, los compradores en bazares llevaban gafas oscuras
precisamente para ocultar su grado de interés.
También comentaba este psicólogo los experimentos realizados en
los cuales estadísticamente el grado de interés masculino sobre una foto de
mujer era mayor cuando ésta tenía los ojos dilatados.
Tanto si eres mujer como si eres hombre, ¿Qué imagen te parece más atractiva?
Estas dos circunstancias, es decir, que nuestro interés pueda
verse reflejado en el tamaño de nuestras pupilas y que a su vez el tamaño de la
pupila de una persona pueda condicionar el grado de interés que suscita en otra
persona (con lo cual a esa otra también se le dilatará la pupila) han dado
lugar a mucho juego en la literatura.
De hecho la belladona es una sustancia que dilata las pupilas (midriasis)
y se ha usado como cosmético. Se cree que su
nombre deriva del uso doméstico que hacían de ella las damas romanas (donnas
bellas), haciendo infusión con sus hojas para blanquear el cutis y aplicando el
jugo de su fruto en los ojos para provocar dilatación de las pupilas.
Sin embargo trabajos más recientes sobre la pupilometría cognitiva
como los de Jackson Beatty relacionan el tamaño pupilar directamente con el
grado de esfuerzo mental que estamos realizando.
Podemos comprobarlo grabando con una vídeocámara nuestros propios ojos
mientras realizamos operaciones de cálculo mental como multiplicaciones de dos
dígitos. En el momento de mayor esfuerzo mental nuestras pupilas alcanzarán el
mayor tamaño.
De esta forma puede averiguarse también el grado de dominio que alguien
ha alcanzado sobre una tarea. Al principio, cuando la tarea se está aprendiendo
el tamaño de la pupila será mayor, y una vez que la tarea se domina de tal
forma que se convierte en automática, el tamaño de la pupila apenas variará.
Por otra parte, personas con más facilidad o talento en esa tarea necesitarán
menos esfuerzo cognitivo para realizarla independientemente del grado de
aprendizaje al que hayan sido expuestos y por tanto su tamaño pupilar será
menor que el de otra persona con menos dotes para esa actividad mental.
Ahora bien, si estamos teniendo en cuenta la modificación del tamaño
de la pupila debida al esfuerzo mental, ¿cuántas veces al día crees que se
dilatarán considerablemente nuestras pupilas?
Creo que pocas, nuestra mente tiende (igual que nuestro cuerpo) al mínimo
esfuerzo, y salvo en casos de necesidad probablemente los esfuerzos mentales
grandes sean poco frecuentes en nuestro día a día habitual.
Es más probable que se
dilaten nuestras pupilas debido a la observación de imágenes que atraen nuestro
interés, ¿no crees?