Hoy día 10 de Septiembre es el Día Mundial
de la Prevención del Suicidio. Tal día como hoy los medios de comunicación
pueden ayudar a sensibilizar sobre la problemática del suicidio y sus formas de
prevención.
Entre las estadísticas que refleja hay
datos como el número de muertes por suicidio registradas a nivel mundial en el
2012 (804.000).
También destaca el hecho de que en los
países ricos se suiciden tres veces más hombres que mujeres, siendo más baja
esta diferencia en países de menor riqueza.
Las personas de 70 años o más ostentan las
tasas más elevadas.
Por otra parte, entre los medios más
comúnmente utilizados para llevarlo a cabo están la ingestión de plaguicidas,
el ahorcamiento y el uso de armas de fuego. Es importante tener esto en cuenta
pues una de las medidas de prevención es la restricción del acceso a esos
medios (al menos en cuanto a plaguicidas y armas de fuego se refiere).
Entre los factores de riesgo asociados con el sistema de salud y
con la sociedad en general figuran las dificultades para obtener acceso a la
atención de salud y recibir la asistencia necesaria, la fácil disponibilidad de
los medios utilizables para suicidarse, el
sensacionalismo de los medios de difusión en lo concerniente a los suicidios,
que aumenta el riesgo de imitación de actos suicidas, y la estigmatización de quienes buscan ayuda por comportamientos
suicidas o por problemas de salud mental y de consumo de sustancias
psicoactivas.
Entre los riesgos
vinculados a la comunidad y las relaciones están las guerras y desastres, el
estrés ocasionado por la aculturación (como entre pueblos indígenas o personas
desplazadas), la discriminación, un sentido de aislamiento, el abuso, la
violencia y las relaciones conflictivas.
Y entre los factores de
riesgo a nivel individual cabe mencionar intentos de suicidio previos,
trastornos mentales, consumo nocivo de alcohol, pérdidas financieras, dolores
crónicos y antecedentes familiares de suicidio.
Se podría hablar mucho de
cada factor de riesgo, pero me parece interesante detenerme por ejemplo en el
de los intentos previos de suicidio. Es curioso, porque enlaza con uno de los mitos sobre el suicidio.
Existe la peligrosa
creencia errónea de que alguien que haya intentado suicidarse varias veces sin
éxito sólo trata de llamar la atención y por tanto no corre riesgo de morir en
el intento.
Nada más lejos de la
realidad. Las razones verdaderas que llevan a alguien a intentar acabar con su
vida siempre son difíciles de establecer. Pero lo que está claro, y las
estadísticas lo demuestran, es que haber intentado suicidarse previamente es un
claro factor de riesgo.
Otro mito es aquel que
sentencia que las personas que hablan de sus ideas de suicidio no lo llevarán a
cabo. No es cierto. Es posible que estén reclamando ayuda, pero eso no
significa que no la necesiten. Probablemente estén sufriendo ansiedad,
depresión y/o desesperanza y puedan pensar que el suicidio es la única opción.
Es curioso un reportaje
que aparecía ayer en un periódico local, sobre un señor hindú que pertenecía a
una organización a nivel mundial que preconiza la psicología positiva en las
charlas que imparten sus allegados en diferentes países. Había dado una charla
en Canarias y en la entrevista decía con orgullo que en India no existe la
depresión.
La gente de la India entonces debe
suicidarse por otras causas, pues cuentan con una de las mayores tasas según el
informe de la OMS.
Un mito más, relacionado
con el anterior, es la creencia de que los suicidios ocurren de repente, sin
signos de advertencia previos. Esos signos suelen existir, pero hay que
interpretarlos.
Un mito diferente es el de que un
suicida está predeterminado a morir. No es cierto, el suicidio puede prevenirse
y evitarse. Muchas personas que han tenido ideas de suicidio y otras que lo han intentado han tenido
una vida larga y absolutamente normal tras este episodio.
El mito de que las
personas que han intentado suicidarse sufren de un trastorno mental sólo es
cierto si consideramos la desesperanza como un trastorno mental. Realmente el
trastorno mental es uno de los factores de riesgo de suicidio, pero eso no
justifica en absoluto este mito.
En cuanto al mito de que
no debe hablarse de suicido, éste cae por su propio peso cuando consideramos lo
estigmatizadas que pueden sentirse algunas personas en estos casos y lo bien
que puede venirles hablar de él como base para considerar otras opciones.
Considero que la mejor
medida que puede tomarse ante el riesgo de suicidio es la ayuda profesional.
Los motivos reales del intento de suicido pueden ser varios, y en mi opinión
podrían resumirse en dos motivos si excluimos los trastornos mentales severos y
el consumo de sustancias tóxicas:
-Pérdida del sentido de
la vida (desesperanza)
-Presión externa o
interna (donde se englobarían desde crisis económicas, laborales, familiares
hasta pensamientos obsesivos).
Utilizando una metáfora
podríamos decir que en el momento de considerar el suicidio la persona está
demasiado cerca del cuadro de su vida que observa.
Cuando estamos muy, muy
cerca de una imagen, no vemos prácticamente nada, quizás un color. Es necesario
separarnos gradualmente para percibir que existen otras cosas en nuestro
entorno, que no todo es oscuro, que con una perspectiva más amplia hay otras
cosas que toman importancia, e incluso puede ocurrir que en algunos cuadros
hasta encajen las diferentes imágenes y cobre un sentido diferente.
Lo difícil es que la persona
experimente que está muy cerca del cuadro y quiera y sepa separarse; por eso
pienso que hace falta ayuda profesional.
Y a colación de esto
último me gustaría finalizar mi post con un comentario sobre una ONG que tiene
mucho que ver con la prevención del suicidio: El Teléfono de la Esperanza.
Es una organización
internacional, aún desconocida para algunos, pero que realiza una labor
altruista y encomiable de apoyo emocional a personas sin recursos; entre estas
personas se encuentran en muchas ocasiones, personas que están considerando
acabar con sus vidas. Precisamente debido a que la desesperanza es un factor de
riesgo, El Teléfono tiene mucho que hacer por esas personas, y de hecho lo
hace, con el fantástico equipo de personas formadas que, personalmente o por
teléfono, apoya de forma desinteresada a quien demanda su ayuda.