sábado, 21 de diciembre de 2013

LOS PENSAMIENTOS NO DESEADOS



Hay muchas personas que sufren en silencio por sus “pensamientos intrusos”, pensamientos que consideran inaceptables por su contenido, básicamente inmoral.
Son pensamientos que “les vienen” y no pueden evitar o controlar.


Y yo me pregunto… ¿Tenemos todos ese tipo de pensamientos?

La respuesta debe ser , pues gracias a ese tipo de pensamientos irracionales existe la creatividad.
Por la cabeza pueden pasarnos pensamientos de diferentes contenidos a velocidades enormes pero,
¿Estamos siempre sometidos a ese bombardeo de imágenes, sonidos o sensaciones?





No, gracias a la concentración. Si estuviéramos siempre imaginando o soñando despiertos no podríamos concentrarnos en ninguna actividad y sin embargo, sabemos que somos capaces de reflexionar cómo resolver un determinado problema y pensar sólo en imágenes relacionadas con el tema que nos ocupa.

Pero esto tampoco es así siempre, cuando algo nos pre-ocupa o cuando nos perturba emocionalmente, estos pensamientos pueden surgir de repente en nuestra conciencia, produciendo sentimientos de tristeza, ansiedad, etc., según su contenido; en ese momento, lo lógico sería decidir si nos quedamos con ese pensamiento o seguimos con lo que estábamos haciendo.
El problema surge cuando no somos capaces de llevar a cabo esa decisión, pues la emoción que suscita el pensamiento es tan fuerte que nos embarga y no nos permite continuar con nuestra tarea.















¿Y qué podemos hacer en estos casos?

Desde la psicología cognitivo-conductual nos animan a pensar científicamente y a tratar de desmontar de forma lógica esos pensamientos cuando la emoción que producen es miedo. Por ejemplo en el caso de un pensamiento obsesivo sobre la muerte de alguien, acompañado del temor a que realmente ocurra, podríamos decirle que pruebe científicamente que su hipótesis no es cierta y que piense todo lo que quiera en el fallecimiento de esa persona para luego comprobar que sigue “vivita y coleando” (eso sí, hay que comprobarlo pronto y no esperar años, no sea que nos llevemos alguna sorpresa).

Pero quizás haya una forma diferente de convivir satisfactoriamente con esos pensamientos: ¿Y si en lugar de actuar como científicos puros nos volvemos un poco neuropsicólogos y tratamos de explicar de dónde pueden venir ese tipo de pensamientos? ¿probamos?













Nuestro cerebro es producto de la evolución, y como tal, ha ido ganando en formas y estructuras cada vez más complejas a partir del “edificio” original.
Tenemos en nuestra cabeza estructuras primitivas y estructuras más recientes evolutivamente hablando. Estas estructuras en ocasiones se solapan en sus funciones. Desde luego se sabe menos del funcionamiento del cerebro de lo que se conoce (de hecho se dice que si pudiéramos conocer a fondo nuestro cerebro éste sería tan simple que seríamos bastante tontos), pero actualmente los neurocientíficos defienden que nuestro cerebro se comporta como si estuviera compuesto de muchas mentes pensando al mismo tiempo; estas mentes deberían armonizarse de algún modo para que nuestra cabeza funcione bien y el director de orquesta bien podría ser la corteza cerebral, nuestra más reciente adquisición.


Por tanto, a donde quiero llegar es: ya que nos llegan a nuestra mente diferentes pensamientos que podrían generarse a partir de diferentes zonas del cerebro, más o menos evolucionadas, en lugar de enfadarnos con nosotros mismos y tratar de eliminar las imágenes que nos llegan, ¿por qué no las aceptamos sin más?




Imagina que estás viendo la tele, sentado en tu sillón con el mando del televisor en la mano haciendo zapping (sí, se que es una situación rara pero puede ocurrir).














El canal que ves ahora está emitiendo un programa de esos tan escasos en los que se promueve el morbo y decides enfadarte porque es una vergüenza que permitan emitir programas con esos contenidos, estás tan enojado que empiezas a notar las palpitaciones de tu corazón en el pecho, tu respiración acelerada, la boca seca,…etc., etc., etc., y mientras tanto, ¿qué ha sucedido? Pues que el televisor sigue en ese canal (y Jorge Javier Vázquez sigue hablando y gesticulando).





Pero ¿y si en lugar de eso aceptas que hayan canales de televisión así, sonríes y simplemente cambias de canal? Has estado expuesto mucho menos tiempo a las imágenes que con la reacción anterior y te encuentras menos perturbado ( y encima haces más de esa forma contra el programa que indignándote mientras lo ves).
Eso es lo que quiero decir con aceptar los pensamientos “intrusos”, sólo serán molestos mientras generen emociones y sólo generaran emociones mientras sean molestos.





Al fin y al cabo eso es lo que ya dijo C. G. Jung cuando hablaba de aceptar nuestra sombra (llamaba así la parte reprimida de nuestra personalidad, algo así como nuestro Mr. Hide, también denominado Alter Ego).




 























































Puedes hacer mindfulness-meditación, puedes hacer yoga, puedes hacer relajación, auto-hipnosis, músicoterapia, desarrollar técnicas de control mental…













pero lo que te llevará a encontrar la serenidad es aceptar que nuestra conducta, incluidos nuestros pensamientos, vienen determinados en gran parte por lo que la evolución ha hecho de nosotros.





Los etólogos dicen que nuestra conducta altruista ha sido seleccionada evolutivamente pues permitía la supervivencia dentro del grupo, pero es que también lo hacían las reacciones de sumisión, la envidia, la cohesión familiar, etc.
Por ejemplo, se piensa que el acto de sonreir cuando saludamos a alguien ha derivado a partir de la reacción de enseñar los dientes a un enemigo potencial para mantenerlo alejado, o que el pensamiento fugaz que podemos tener cuando alguien sufre una desgracia podría derivar de las relaciones y categorías dentro del grupo o tribu).




 












Por tanto, no nos entristezcamos, enfademos o escandalicemos con nuestros pensamientos inaceptables, simplemente aceptémoslos, pues provienen de diferentes partes de nuestro cerebro, construido a trozos a partir de la evolución y coronado con una corteza cerebral que nos permite decidir si nos quedamos con ese pensamiento o buscamos otro, evitando de este modo que sea en ese momento la emoción de tristeza, enfado o indignación la que provoque la decisión.
Son esos pensamientos inaceptables los que hacen posible las novelas, las películas, las obras de arte en general y cualquier artificio inventado por la humanidad.




























No hay nada mejor para la concentración y la consiguiente eficacia de nuestro pensamiento que el que nos acompañe una emoción acorde con él.