Estos fenómenos son dos sesgos cognitivos contrarios.
El primero de ellos, también llamado fenómeno del impostor o síndrome de fraude, fue acuñado en 1978 por Pauline Clance y Suzanne Imes.
A pesar de las evidencias externas de su competencia, aquellos con el síndrome permanecen convencidos de que son un fraude y no merecen el éxito que han conseguido. Las pruebas de éxito son rechazadas como pura suerte, coincidencia o como el resultado de hacer pensar a otros que son más inteligentes y competentes de lo que ellos creen ser.
Sin embargo, el efecto Dunning-Kruger, acuñado por Justin Kruger y David Dunning en 1999, ocurre cuando los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real.
Curioso ¿verdad? ¿qué pueden tener en común estos fenómenos?
¿Qué tal una mente qué produce tanto pensamientos negativos como positivos pero igualmente inútiles?
También merece la pena recordar dos frases de dos personajes ilustres:
-Darwin dijo que “la ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento”, mientras que
-Mark Twain dijo que “todo lo que se necesita para tener éxito es ignorancia y confianza”.
Si combinásemos ambas frases podríamos decir que un ignorante tendrá autoconfianza (según Darwin) y por tanto, éxito (según Twain).
¡Pero cuántas personas buscan seguridad en sí mismos y autoconfianza!
Y digo yo, ¿no les bastaría con no tomar en serio sus pensamientos inútiles o perjudiciales?
¿Seríamos capaces sólo de atender a aquellos pensamientos que son útiles para lograr lo que queremos?
No tomar en serio ni los pensamientos positivos ni negativos, ni los verdaderos ni los erróneos…sólo los útiles para nuestros propósitos.
Y es que parece que la ignorancia mantiene desarmada a nuestra mente, la deja con pocos argumentos para juzgarnos y compararnos. Pero quizás el secreto de la autoconfianza no sea la ignorancia per se, sino ignorar aquellos pensamientos que no nos aportan nada, y mientras más sepamos, probablemente más tendremos que ignorar.
¿Y si no son nuestros pensamientos los que nos producen inseguridad y falta de confianza, sino nuestra reacción ante ellos, es decir, el hecho de creérnoslos y actuar en base a lo que nos dicen? ¿Y si dejamos de luchar con ellos o de tratar de cambiarlos y simplemente los aceptamos como los que son...? sólo palabras.