Si tu mente te dice que no hagas algo porque vas a fracasar, porque lo vas a pasar mal o porque simplemente no merece la pena el esfuerzo y la crees, entonces no lo harás (de ahí la conocida frase "si crees que puedes puedes y si crees que no tienes razón").
En ocasiones nuestra mente tiene razón, pero ¿cuántas veces nos limita?
Incluso a veces pretendemos usar la mente para los asuntos del corazón, y no sólo me refiero a relaciones de amor sino a los valores de cada persona, a lo que realmente le importa, a lo que hace que su vida sea significativa.
¿Recuerdas la película "Y entonces llegó ella" donde un asesor de riesgos, Reuben Feffer intenta tomar sus decisiones a partir de un programa que valora los riesgos?
¿Y si "dejamos la mente a un lado", nos orientamos hacia las direcciones que son realmente valiosas para cada uno de nosotros y caminamos siguiéndolas, aunque sea con pequeños pasos, pero caminamos, nos movemos, actuamos?