¿Será que el cuento de la cigarra y la hormiga ha cambiado? ¿Será que ahora hay padres hormiga que tienen hijos-cigarra?
Es
posible. En el cuento la hormiga trabajaba durante el verano para poder
alimentarse durante el invierno, sin embargo la cigarra se pasaba el día
disfrutando del ocio, sin hacer nada productivo.
El
cuento termina con una hormiga satisfecha que recuerda a la cigarra que no ha
trabajado cuando debiera y que por tanto ahora, en las duras condiciones
climatológicas del invierno, no podrá alimentarse.
El
eterno dilema entre la satisfacción a
corto o a largo plazo.
Pero,
¿Acaso a algún padre le ocurre esto con sus hij@s?
Parece
ser que sí, que hay hijos que no entienden o no quieren entender los consejos
de sus padres cuando les “sugieren” que estudien o trabajen y deciden dedicarse
al ocio como actividad fundamental.
En
principio da la impresión de que pretenden ser hijos eternos mientras
pernoctan, se alimentan y algunos, incluso reciben un sueldo, a cargo de sus
progenitores.
Las
voces de sus padres, que les advierten del peligroso futuro que se les avecina
si continúan de esa manera caen en el vacío. Hay padres que se desgastan
tratando de reconducir a sus hijos por la senda de la productividad. Les animan
para que estudien o busquen un trabajo con el que poder emanciparse, pero
aparentemente eso no entra en sus planes.
¿Qué
hacer, entonces?
Algunos
padres continúan día tras día y año tras año con las mismas estrategias, con la
esperanza de que quizás algún día su hij@ cigarra querrá ser hormiga…y bueno,
es posible que lo consigan, aunque probablemente a base de un esfuerzo
titánico.
Pero,
¿Por qué l@s hij@s no quieren trabajar?
Pues
porque no lo necesitan: muchos de ellos disponen de “asignaciones” que les
permiten disfrutar de móviles, tablets, ordenadores, ropa de marca,
coches, poder salir de fiesta, ir al
gimnasio, etc., y todo ello, sin el más mínimo esfuerzo. Ni siquiera necesitan
irse de casa para tener intimidad con su pareja.
De
esta forma, ¿quién no querría ser cigarra?
Por
tanto, queridas hormigas, si quieren que sus hij@s sean de su misma especie, les
recomiendo empezar por crearles la
necesidad, con mucho cariño; Si las palabras premonitorias no bastan, será
porque necesitan vivir la experiencia por sí mismos, y cuanto antes, mejor.
Al
final del cuento la hormiga podría decirle a la cigarra algo así como:
“Te
quiero, y como quiero ayudarte…se acabó el móvil, el gimnasio, internet, las
fiestas, el coche y el dinero hasta que no estudies o trabajes como una
auténtica hormiga”.
Por
cierto, que parece ser que este cuento deriva de un antiguo cuento sufí en el
que la cigarra realmente era una libélula, que acaba sus días de forma
dramática, perdiendo literalmente la cabeza.