¿Sigues alguna superstición? ¿quizás procuras levantarte con el pie derecho? ¿pasas por debajo de una escalera? ¿abres los paraguas dentro de casa?
¿O tal vez sigues algún pequeño ritual propio e intransferible?
Según la RAE, la superstición es una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón, es decir, que cualquier ritual no religioso y no racional entraría en la categoría de superstición, con lo cual, sólo con comerte las 12 uvas en fin de año y pensar que puede reportarte algún beneficio ya estarías llevando a cabo conductas supersticiosas…¿se queda alguien fuera?
Lo cierto es que la primera vez que oí que hasta las palomas eran supersticiosas me llamó mucho la atención.
Y es que en 1948, en un experimento ya clásico de B. F. Skinner, considerado el padre del conductismo, se introdujo a 8 palomas hambrientas en una caja (caja de Skinner) en la que se les suministraba alimento a intervalos regulares, resultando que las palomas adquirieron unas conductas condicionadas previas a la aparición de la comida; estas respuestas, llamadas idiosincráticas, supuestamente eran comportamientos que las palomas ejecutaban porque las asociaban a la recompensa (la comida), es decir, como si las palomas creyesen que recibían la comida por comportarse de esa forma…de ahí que se denominasen conductas supersticiosas.
Muchos artículos de psicología conciben los comportamientos supersticiosos como conductas que permiten mantener una ilusión de control sobre una situación difícilmente controlable o sujeta a incertidumbre, lo cual permite a quienes las llevan a cabo reducir su inseguridad, miedo y ansiedad ante estas situaciones.
Muchas veces estos comportamientos se llevan a cabo para tratar de prevenir acontecimientos no deseados o desagradables.
Y claro, yo me pregunto cuándo deja de ser una conductas supersticiosa y empieza la compulsión…y cuándo el pensamiento previo pasa a ser un pensamiento obsesivo…¿o es sólo una conducta perfeccionista? ¿o a lo mejor sólo es que tienes manía por la limpieza?
Quizás es sólo cuestión de etiquetas, así como es etiquetado el trastorno obsesivo-compulsivo por la American Psychiatric Association como un trastorno de ansiedad consistente en pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, normalmente acompañadas de conductas, llamadas compulsiones (rituales) cuyo objetivo es acabar con esta ansiedad.
Pero en realidad esto sólo sería un problema a tratar terapéuticamente cuando la persona que lo padece empezara a limitar seriamente su vida por llevar a cabo las compulsiones, como ocurre con las personas que se ven impelidas a lavarse las manos un número determinado de veces seguidas, a ordenar o limpiar durante varias horas diarias sus dependencias o a hacer un número de comprobaciones repetitivas determinadas.
Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso se trabaja con ejercicios de mindfulness para aprender a tomar distancia de los pensamientos obsesivos y poder notar la incomodidad que surge al notar la urgencia por realizar los rituales o compulsiones y no hacer nada, y de esa forma volver a ser libre y disponer del tiempo y la energía para llevar acabo acciones más importantes y con más significado para esa persona en concreto.
Puedes dejar los bolígrafos en el lapicero con la punta hacia arriba, o las perchas en diferente dirección, los cuadros torcidos, etc. etc. notando la urgencia por hacerlo sin hacer nada para que esa sensación de urgencia desaparezca.
Todo esto, claro! si es que para ti tiene alguna importancia…