En este post voy a hablar del libro de Bernie Siegel llamado “Amor, medicina milagrosa”.
Este
magnífico libro cayó en mis manos por casualidad mientras esperaba por una
paciente y me enganchó desde sus primeras palabras; lo definiría como una
apología encarnizada de la relación mente-cuerpo y del importante papel que
nuestra mente juega en nuestra salud.
No
obstante, lejos de engrosar la lista de libros de autoayuda que se encuentran desde hace décadas en el
mercado, el libro de Siegel en mi opinión destaca por su realismo e interés,
pues aborda, desde la experiencia del autor como cirujano, la influencia de la
personalidad en la supervivencia a las enfermedades graves, centrándose sobre
todo en el cáncer.
Bernie
Siegel propone una serie de ejercicios y pautas para llegar a ser lo que el
llama un “paciente excepcional”. Las probabilidades de sobrevivir a la
enfermedad de estos pacientes excepcionales se multiplican al cambiar
radicalmente su forma de pensar, sentir y actuar.
Entre
los datos curiosos que Siegel apunta está por ejemplo el que estudios de la
Universidad de Oregon mostraron a finales del siglo XX que las amas de casa sufren
cáncer un 54 por ciento más que el resto de la población y el 157 por 100 más
que las mujeres con trabajo fuera de casa. Cuando se publicaron estos
resultados muchos investigadores trataron de encontrar productos cancerígenos
en las cocinas americanas (que de hecho encontraron), pero un análisis
posterior reveló que las sirvientas tenían menos cánceres que las amas de casa
a pesar de trabajar en dos cocinas.
Se destinaron muchos fondos para averiguar la causa química del cáncer pero
pocos para buscar una posible causa emocional, tal como el hecho de sentir que
no se lleva la vida deseada.
También
hace comentarios sobre método de acción imaginativa de Carl Simonton, sobre el
que cuenta la historia de un niño llamado Glen, con un tumor cerebral. Basándose
en este método le sugirieron a Glen que imaginase que unas aeronaves
sobrevolaban su cabeza para acabar con el cáncer, al que Glen imaginaba como “algo
grandote, estúpido y gris”.
Al
cabo de unos meses Glen dijo a su padre que las aeronaves recorrían su cabeza
sin éxito porque no encontraban el cáncer por ningún sitio, a lo que su padre
respondió “estupendo”.
Cuando
tocaba de nuevo hacerle un TAC a Glen, el médico dijo a sus padres que no se
gastaran el dinero porque el tumor era incurable; sin embargo, un día Glen se
cayó en la escuela y pensaron que era debido al tumor, le hicieron un TAC y
descubrieron que el cáncer había desaparecido por completo.
A
pesar de este espectacular resultado Bernie Siegel se lamenta de que esta técnica
de visualización no siempre funciona. Él aboga por combinar psicoterapia
individual con reuniones de grupo en los cuales los pacientes tienen la
oportunidad de compartir sus miedos y alegrías.
Lo
que el Dr. Siegel defiende en definitiva es que el cáncer, al hacer que la
persona se encuentre con la muerte ante sus narices, es un efectivo billete de
entrada a un proceso de autodescubrimiento y cambio espiritual que de otra
manera quizás nunca se hubiese producido, tal como describe el poema francés:
“Venid
hasta el borde.
No,
que caeremos,
Venid
hasta el borde.
No,
que caeremos.
Se
acercaron al borde.
Los
empujó, y volaron.”
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