Sin duda muchos de los personajes representados por Woody Allen serían el prototipo de hombre con síntomas hipocondríacos, aunque también con obsesión por el sexo o, calificándolo de una forma más general, de neurótico.
Esta escena me parece genial sobre todo al principio: sale saltando de alegría hasta que de repente, se para ensimismado; y es que éste es el mecanismo básico que subyace a la hipocondría:
Tras pedir desesperadamente un diagnóstico a uno o varios especialistas, si la respuesta es satisfactoria, la alegría dura bien poco. Pronto la mente del hipocondríaco se inunda de nuevo con pensamientos corrosivos de duda.
La solución a este problema puede partir de romper el círculo vicioso en el mismo momento de la pregunta inicial, que podría ser: “¿ Y si tengo la enfermedad……?”.
Sea la enfermedad que sea, una vez que reconocemos que estamos inmersos en un círculo de preguntas y respuestas sin fin, lo mejor es empezar por no respondernos.
Efectivamente, la mejor forma de acabar con una pregunta que se repite es no responderla. La pregunta volverá algunas veces más, pero si somos consistentes en la ausencia de respuesta, finalmente no habrá más preguntas. Es una técnica simple, pero que puede resultar laboriosa.
Otra técnica que puede utilizarse de forma conjunta o aislada es la usada por la Terapia Estratégica, aunque también por algunos profesionales la cognitivo-conductual, que suele llamarse la peor fantasía. Consiste en que la persona escriba con una regularidad predeterminada por su terapeuta la cadena de los peores acontecimientos que podrían sucederle en respuesta a sus preguntas ysi: “¿Y si tengo X? pues entonces ….” y así sucesivamente hasta llegar al final, que suele ser la curación o la muerte. El objetivo es saturar de tal forma la mente del paciente con el síntoma, que acabe por desecharlo.
Es una técnica dura, y no todos los pacientes están dispuestos a llevarla a cabo, pues ahonda en el miedo que sienten hacia la enfermedad o la muerte.
Este miedo no es el causante del problema, sino la búsqueda incesante de una seguridad que por ilusoria nunca llega.
Por último, desde la Terapia de Aceptación y Compromiso se podría trabajar con el miedo, y la consecuente sensación de urgencia por tratar de llegar a esta seguridad.
Existen diferentes enfoques efectivos para tratar con este problema, que, en ocasiones, puede llegar a ser realmente limitante.
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