¿Estamos en una sociedad cada vez más individualizada?
¿Estamos cada vez más solos al ser más independientes y autónomos?
La autonomía conlleva una ausencia de necesidad de mantener relaciones constantes con los demás, lo cual puede proporcionar más libertad a la persona, pero, dependiendo de su conducta, quizás también más soledad.
¿Y a dónde nos conduce la soledad muchas veces? Pues a hablar solos, o por decirlo de forma más adaptada al enfoque psicológico que aplico: a hablar más y más con nuestra mente.
Sin embargo, las conversaciones con los demás son momentos estupendos para estar en el presente. Eso siempre y cuando estemos escuchando a la otra persona y no a nosotros mismos, claro.
Las conversaciones interesantes, que nos absorben, o mejor dicho, que absorben nuestra atención por completo y nos mantienen totalmente en el presente son geniales.
Sin embargo, en nuestra sociedad, cada vez necesitamos interactuar y hablar menos con los demás, lo cual nos roba un estímulo importante para atraer nuestra atención al presente: las conversaciones.
Pasamos de hablar con frecuencia con otras personas a estar cada vez más parloteando con nuestra mente.
Esto puede suponer un problema: si asumimos que nuestra mente sabe lo que dice en todo momento, estamos perdidos. Nuestra mente hará su trabajo y nos lanzará una cadena de pensamientos negativos cargados de amenazas, evaluaciones, comparaciones, predicciones inciertas de futuros inventados y comentarios basados en una telepatía que no funciona.
Por tanto, si vamos hacia una sociedad más individualizada, también vamos hacia una sociedad en la que cada vez pasaremos menos tiempo hablando entre nosotros y más tiempo hablando con nosotros...más tiempo hablando con nuestra mente, y, si no estamos preparados para no caer en sus redes, por ejemplo, gracias a herramientas como el Mindfulness, es muy posible que en la gran mayoría de (si no en todos) los problemas que traigan las personas a la consulta de psicología estén implicados unos componentes muy comunes en nuestro día a día: los pensamientos.
Por supuesto que hay otras vías para no estar todo el día dando vueltas a las cosas en nuestra mente: vivir.
Vivir y sentir el presente, el aquí y el ahora, durante las conversaciones con personas y mientras estamos inmersos en todas aquellas actividades que nos hacen sentirnos vivos y que llenan nuestra vida.
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