sábado, 28 de mayo de 2016

El chocolate y sus efectos

Cada americano come al año un promedio de 4,5 kg de chocolate, lo cual no es de extrañar, pues tiene un sabor delicioso y estimula la secreción de endorfinas (las hormonas que nos hacen sentir bien). Según numerosos estudios, el chocolate tiene diferentes consecuencias positivas sobre nuestra salud. Pero, ¿cuáles son?

El alimento de los dioses

Cuando pensamos en el chocolate, la mayoría imaginamos una tableta de esta deliciosa, aromática y dulce sustancia, pero el chocolate no siempre fue así…de hecho, originalmente, se consumía en forma de bebida amarga.
El chocolate, que es obtenido a partir de las semillas del cacao, es originario de América Central y Sudamérica. Data de aproximadamente 1900 AC, cuando fue utilizado por primera vez como alimento por los Olmecas, que residían en lo que hoy es Méjico. Los antiguos mesoamericanos cocinaban las semillas de cacao, antes de convertirlas en una pasta que se mezclaba con agua caliente, vainilla, chile y otras especias que constituían la espumosa bebida, que consumían como energetizante.
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Los nativos de América Central fueron los descubridores de las propiedades del cacao.

Los Olmecas, los Aztecas y los Mayas consideraban hasta tal punto que esta bebida era afrodisíaca y con propiedades que elevaban el estado de ánimo, que le otorgaban cualidades espirituales. Los Mayas tenían un dios del cacao, y usaban la bebida en ceremonias religiosas y sagradas, por lo que se ha denominado al chocolate como la bebida de los dioses.
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Al chocolate se le han atribuido propiedades afrodisíacas.

No fue hasta 1847 que el chocolate empezó a comercializarse en forma de tabletas; una empresa británica llamada J.S. Fry e Hijos las fabricaron usando manteca de cacao, cacao en polvo y azúcar.

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Fue ya a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando aparecieron las conocidas marcas Cadbury, Mars y Hershey, que han estado deleitándonos con sus productos hasta la actualidad, algo por lo que podemos estarles agradecidos, aunque no tanto por añadirles los ingredientes probablemente no muy saludables que han dado al chocolate su fama de enemigo de las dietas.
Pero ¿qué  es lo que hay en el chocolate?
Se piensa que las semillas de cacao contienen más de 300 compuestos beneficiosos para la salud. La mayoría son flavonoides y flavonoles, como la antocianidina y las epicatequinas. Estos antioxidantes destruyen los radicales libres del cuerpo (sustancias que pueden dañar el ADN y otros componentes celulares, acelerando el envejecimiento y contribuyendo a las enfermedades cardiológicas, al cáncer y a otras enfermedades.
Mientras más negro es el chocolate, más flavonoides y flavonoles tiene, lo que explica que la mayoría de los estudios se hayan hecho con chocolate negro y no con chocolate con leche o blanco.
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Las semillas de cacao también contienen dopamina, feniletilamina y serotonina, las cuales son bien conocidas por levantar el ánimo y promover la sensación de bienestar.
Entonces, si los ingredientes principales del chocolate contienen tantos compuestos saludables, ¿por qué no comerlo hasta la saciedad?
Pues por los ingredientes añadidos durante su fabricación tales como azúcar, grasas, etc. que promueven no sólo la obesidad, sino también problemas dentales.
Y ¿qué dicen los estudios científicos?
Hay estudios que sugieren que comer chocolate a diario durante el embarazo puede beneficiar el crecimiento y desarrollo fetal, mientras que otros relacionan su consumo con una reducción en el riesgo de infarto y accidentes cerebrovasculares.
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Según las investigaciones el chocolate ejerce efectos beneficiosos sobre el feto.


Sin embargo, los resultados de un trabajo publicado en la revista Appetite, demuestran los efectos beneficiosos del chocolate sobre la función cognitiva.
En este trabajo se analizó la ingesta de chocolate de los participantes durante un período de 30 años y su función cognitiva se evaluó a partir de una serie de tareas que probaban la memoria visoespacial, la memoria verbal, la memoria de trabajo y la capacidad de concentración.
Se encontró que aquellas personas que consumían chocolate al menos una vez por semana, realizaban mucho mejor todas las tareas cognitivas que aquellas que rara vez o nunca comían chocolate.
La explicación de estos resultados puede ser que los flavonoles mejoran la circualación de la sangre en el cerebro, y la cafeína del chocolate puede elevar el estado de alerta.
Sin embargo, lo curioso es que cuando se habla de la superioridad de aquellos que consumen chocolate frecuentemente, no se distingue entre chocolate negro, con leche, o blanco, por lo cual, en este caso, cualquier tipo de chocolate parece tener este efecto.
Teniendo en cuenta los efectos sobre la salud, del azúcar presente en el chocolate, los autores del trabajo recomiendan una ingesta de chocolate de una o dos veces por semana.
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Según una investigación publicada en el Journal of the International Society of Sports Nutrition, un poco de chocolate negro puede mejorar la efectividad de los entrenamientos para ponerse en forma.

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Es bien sabido que los zumos de remolacha son populares entre los atletas de élite como un medio para incrementar su rendimiento, debido a su alto contenido en nitratos.
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Consumir zumos de remolacha aumenta la resistencia de los deportistas.

Estos nitratos se transforman en óxido nítrico en el cuerpo, haciendo que los vasos sanguíneos se dilaten y se reduzca el consumo de oxígeno, de modo que el deportista puede mantener su ritmo durante más tiempo.
Pues en el chocolate, el flavonol denominado epicatequina, aumenta la producción de óxido nítrico en el cuerpo.
En el estudio citado anteriormente, nueve ciclistas aficionados se dividieron en dos grupos: en uno de ellos los integrantes consumían diariamente un snack de chocolate negro (rico en flavonoles), mientras que en el otro consumían a diario un snack de chocolate blanco.
Después de dos semanas, se midió las pulsaciones y los consumos de oxígeno de los participantes durante la realización de unas pruebas de ciclismo.
Los ciclistas que habían consumido chocolate negro redujeron su consumo de oxígeno y  mejoraron su rendimiento.
 
Entonces ¿con qué te quedas, zumo de remolacha o chocolate? ¿qué pasaría con el rendimiento del deportista si consumiera ambos?
Es interesante saber que los procesos de generación de óxido nítrico son diferentes con ambos alimentos, con lo cual existe la posibilidad que los efectos sean aditivos.
 


viernes, 20 de mayo de 2016

Pensar de forma diferente podría afectar el poder de los recuerdos traumáticos

Según un reciente estudio del King´s College de Londres y la Universidad de Oxford, las personas que han sido expuestas a un trauma, pueden entrenarse para pensar de forma que puedan protegerse frente a los síntomas de estrés postraumático (PTSD).
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Las personas que sufren PTSD han vivido o han sido testigos de experiencias traumáticas (guerras, actos delictivos, abusos sexuales, accidentes o catástrofes).

Los autores del estudio querían averiguar si un estilo de pensamiento, denominado procesamiento concreto, podía reducir el número de recuerdos intrusivos experimentados después de un evento traumático; estas memorias intrusivas son uno de los síntomas básicos del PTSD.
Según los investigadores, el procesamiento concreto es centrarse en CÓMO está discurriendo un suceso, qué está pasando, y qué convendría hacer.
Por el contrario, el procesamiento abstracto, es tratar de analizar POR QUÉ ocurre algo, sus implicaciones, y enredarse en las conocidas preguntas sin respuesta obvia, “¿Y SI….?”.
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Pesadillas, flashbacks y recuerdos intrusivos son síntomas que pueden aparecer en el PTSD.

Las investigaciones anteriores habían demostrado que los trabajadores de los servicios de emergencia que adoptaban el procesamiento abstracto mostraban un afrontamiento menos efectivo ante situaciones traumáticas. Algunos trabajos además, comparaban el procesamiento abstracto y el concreto ante eventos negativos, encontrando que los pensadores abstractos experimentaban períodos más largos de bajo estado de ánimo.
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Nada más estéril que tatar de buscar una respuesta al por qué de determinados sucesos.

Según los autores, el personal militar, los trabajadores de servicios de emergencias y los periodistas de zonas conflictivas son grupos con gran probabilidad de experimentar experiencias traumáticas, y por tanto tienen mayor riesgo de sufrir PTSD; es por tanto en estos grupos donde existe la posibilidad de entrenarles en estrategias que pudieran protegerles frente al probable efecto negativo de estas experiencias. Una de esas estrategias podría ser el procesamiento concreto.
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Los soldados que han participado en guerras tienen un riesgo elevado de sufrir PTSD.

Los participantes del estudio fueron 50 trabajadores voluntarios de servicios de emergencias, a los que se les pidió que evaluaran su estado de ánimo. A continuación se les proyectó una película con escenas traumáticas y se les pidió que registraran el grado de emociones percibidas como estrés y miedo. Además se les dio instrucciones para que vieran seis películas más, con una serie de preguntas a responder posteriormente.
Se dividieron en dos grupos, de forma que al primero se le pidió que consideraran preguntas abstractas como el POR QUÉ de esos sucesos, mientras que al segundo, se le pidió que consideraran preguntas concretas, tales como QUÉ veían y escuchaban y qué necesitaban hacer en ese momento. Después de esto, se solicitó a cada voluntario que evaluara su estado de ánimo nuevamente.
Posteriormente, se les volvió a proyectar otra película para que mientras la veían, la interpretaran y procesaran según habían practicado anteriormente, de modo concreto o abstracto. Una vez hecho esto, debían registrar el grado de terror y estrés que experimentaban.
A continuación, se entregó a todos los participantes un diario para que registraran los recuerdos intrusivos que tuvieran sobre lo que habían visto en las películas durante la semana siguiente.
Mientras que ambos grupos notaron como su estado de ánimo había declinado durante el entrenamiento, aquellos que habían practicado el pensamiento concreto estaban menos afectados que los que habían practicado el pensamiento abstracto
Los pensadores concretos además, experimentaron emociones de terror y estrés menos intensas en las últimas películas y, a la semana de haberles entregado el diario, los pensadores abstractos habían experimentado aproximadamente el doble de recuerdos intrusivos que el grupo de procesamiento concreto.
Según los autores del trabajo, este estudio es el primero en demostrar empíricamente que el modo en que se piensa sobre el trauma puede afectar a los recuerdos que se tienen de él.
Además, este trabajo podría ser la base para establecer el entrenamiento en resiliencia de aquellas personas expuestas habitualmente a experiencias traumáticas, como los trabajadores de los servicios de emergencia.
Puedes consultar el artículo original aquí.
En mi opinión, las frecuentes preguntas ISI (¿y si ocurriera que…?, ¿y si resulta que…?) son realmente fastidiosas; pueden hacer que una persona se enrede durante su valioso tiempo en interminables parloteos mentales que no conducen a ninguna parte, salvo al hastío y al agotamiento. Sería una lucha estéril tratar de anularlas. Es mucho más efectivo “pasar” de responderlas.
La incertidumbre genera estrés.
¿Sacas muchas cosas en claro cuando charlas con tu mente?

Si quieres acabar con una pregunta empieza por no darle respuesta; lo primero que obtendrás será tiempo; tiempo para hacer cosas importantes para ti, cosas con significado.
Por otra parte, conseguirás cambiar el hábito de hablar a destajo con tu mente tratando de hacer algo que no lograrás de esa forma: acabar con el miedo.
Si no sabes cómo pasar de las preguntas, prueba con el Mindfulness.
Con el Mindfulness podrás ser libre para elegir.
Jon Kabat-Zinn ha escrito mucho sobre cómo practicar Mindfulness.

viernes, 13 de mayo de 2016

Descubre algunas infusiones que pueden mejorar tu humor y tu memoria


La menta, la camomila, el romero y la lavanda son hierbas que causan un efecto demostrado en el humor y la memoria, con beneficios significativos para las personas mayores, según una nueva investigación de la Universidad de Northumbria.
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Hay hierbas que tienen efectos significativos en el humor y en la cognición.

Los investigadores del departamento de psicología han descubierto que beber te de menta mejora el estado de alerta, mientras que la camolila tiene un efecto calmante. También descubrieron que oler los aromas del romero y la lavanda causaban un efecto en la memoria de personas de más de 65 años, de modo que mientras que el olor del romero mejoraba su memoria el de la lavanda la empeoraba.
Estos descubrimientos, que se presentaron en la conferencia anual de la Sociedad Británica de Psicología a finales de abril de este año, se obtuvieron a partir de los cambios cognitivos y de humor de 180 voluntarios que consumieron bien té de camomila, bien té de menta, mientras que el grupo de control bebió sólo agua caliente.
Se vio que la menta estimuló tanto el humor como la cognición, mejorando la memoria a largo plazo, mientras que la camomila tuvo un efecto calmante y sedativo que redujo significativamente la memoria y la velocidad de atención.
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La menta estimula, mientras que la camomila calma.
En un estudio diferente, 150 personas saludables de 65 años o más fueron ubicadas en habitaciones que habían sido aromatizadas con aceites de esencia de romero o de lavanda, mientras que en las habitaciones del grupo de control no había ningún aroma. Se les realizaron tests que medían la memoria prospectiva (habilidad para recordar hacer algo a una hora determinada, como tomar la medicación, o de hacer algo a partir de un estímulo, como enviar una carta después de ver un buzón). También se les pasó tests para evaluar su humor.
Los que habían estado en la habitación con los aceites de esencias de romero aumentaron significativamente su memoria prospectiva y permanecían más alerta que los participantes del grupo de control.
Por el contrario, aquellos que habían estado un tiempo en la habitación con el aceite de esencias de lavanda, redujeron significativamente su habilidad para recordar hacer algo a una hora determinada, aunque se encontraban con un mayor estado de calma y satisfacción.
Un té y un aroma para cada ocasión, ¿con cuál te quedas?
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Un té y un aroma para cada ocasión, ¿con cuál te quedas?

sábado, 7 de mayo de 2016

La conducción es una actividad muy extendida que se convierte en automática incluso con poca experiencia al volante. Conducir es además algo tan frecuente, que no somos conscientes de los peligros que entraña conducir un automóvil a las velocidades habituales, hasta que ocurre algún accidente.
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Son los accidentes los que nos recuerdan lo vulnerables que somos en el interior de un vehículo en movimiento.

Cuando nos percatamos, la duración de esa conciencia es mínima. Muchas veces ocurre cuando vemos un accidente, momento durante el cual os conductores no sólo reducen su velocidad para mirar; durante un breve período de tiempo, la marcha continúa a menor velocidad de lo habitual, para luego volver a su ritmo “normal”.
Ese es el tiempo que dura nuestra conciencia de los riesgos que conlleva manejar una tonelada de metal, plástico y caucho que se mueve a velocidades de más de 40 km/h.
Quizás el título de este post tenga algo de lógica, ya que según un reciente estudio presentado en la conferencia anual de la Sociedad Británica de Psicología, escuchar un programa de radio mientras conducimos podría hacer que no fuésemos capaces de detectar la presencia de un gorila en el arcén.
Esta investigación nos recuerda lo importante que es mantener nuestra atención en la carretera mientras conducimos. El estudio fue diseñado para trabajar con la denominada teoría de carga perceptual de la atención, según la cual, tenemos sólo una cantidad de atención finita a nuestra disposición. Una vez que alcanzamos ese máximo, ya no podemos procesar más información.

La información auditiva interfiere con nuestra percepción visual


Los estudios actuales tratan de establecer si la información que llega a un sentido (oir) podría afectar los niveles de conciencia de una modalidad diferente (ver).
Nada como conducir con los ojos bien abiertos...y los oídos bien cerrados.
Nada como conducir con los ojos bien abiertos...y los oídos bien cerrados.
Mediante el uso de un simulador de conducción de tamaño real, los investigadores midieron si escuchar un programa de radio sobre el tráfico podría afectar la capacidad del conductor para captar y procesar información visual.
En el experimento participaron 36 conductores, a la mitad de los cuales se les pidió que notaran cuando el locutor del programa pasaba de ser un hombre a una mujer (tarea con carga atencional baja), mientras que la otra mitad decía enterarse del estado del tráfico en una determinada carretera (tarea con carga atencional alta).

¿Te darías cuenta de que hay un elefante paseando por el arcén?

Mientras los participantes conducían el vehículo, los investigadores midieron un número de aspectos de su nivel conducción al mismo tiempo que introducían alguna sorpresa visual que otra: de vez en cuando, el simulador insertaba un elefante o un gorila en el arcén.
El sentido común nos diría que aunque estuviéramos escuchando atentamente la radio, notaríamos que hay un mamífero de grandes dimensiones en un lado de la carretera…sin embargo, los resultados indicaban algo diferente.

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De los participantes con la tarea de carga atencional baja, un 71 % registró la presencia del animal. En el grupo de carga atencional elevada, sólo un 23% se percató de la presencia de un elefante.
Además, también se vio que los participantes de alta carga atencional lo hacían peor a la hora de obedecer las señales, recordar qué coches les habían adelantado, y en su desempeño en otros factores de conducción como la posición en el carril, la velocidad y el tiempo de reacción a los peligros.
Según Gillian Murphy, director del estudio, cualquier cosa que distrae nuestra atención de la conducción puede ser problemática, incluso si es auditiva como escuchar la radio o tener una conversación telefónica con el manos libres.


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Pues si escuchar la radio distrae imagínate esto...


Lo más curioso de este trabajo es el descubrimiento de la influencia entre diferentes modalidades sensitivas: la información auditiva limita la capacidad de información visual.


Por tanto, para evitar accidentes no basta sólo con tener los ojos en la carretera…los oídos también: mindful driving.
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La mente es una radio que emite continuamente y no puede apagarse. El mindfulness nos permite poner nuestro foco de atención en el aquí y el ahora.