Teniendo en cuenta los altos niveles actuales de obesidad en niños, así como los riesgos asociados a la salud, los cuales son evidentes a edades más tempranas, entender por qué hay personas que cuando están estresadas o ansiosas ingieren determinados tipos de comida podría servir de ayuda en el camino hacia conductas alimenticias más saludables.
Los padres que frecuentemente usan la comida como recompensa o como parte de un trato para cambiar la conducta de sus hijos podrían estar enseñándoles sin saberlo a relacionar la comida con la gestión de sus emociones. Estos niños podrían comer por causas emocionales más adelante.
Estas conclusiones las refleja un estudio longitudinal llevado a cabo por la doctora Claire Farrow de la Universidad de Aston. El trabajo trata sobre cómo los padres usan las comidas y las diferentes pautas de alimentación con sus hijos. Para ello analizaron estos datos en niños en edades de 3 a 5 años a los cuales hicieron seguimiento hasta edades entre 5 y 7 años, para averiguar las consecuencias de las pautas de alimentación en la ingesta emocional.
Los investigadores evaluaron qué niños comían golosinas y qué niños jugaban cuando no tenían hambre pero estaban ligeramente estresados.
Los resultados mostraron como los niños de entre 5-7 años mostraban mayor probabilidad de ingesta emocional si sus padres durante la infancia habían controlado su conducta a través de la comida, por ejemplo usándola como recompensa cuando los niños eran menores.
La doctora Farrow comenta lo siguiente:
“Como madre, a menudo tengo un instinto natural de proteger y alejar a mis hijos de las comidas no saludables: las que son ricas en contenidos grasos, azúcar o sal. Sin embargo, frecuentemente uso esas tipos de comida como recompensas o para hacer tratos, o incluso para animarles si están tristes o lloran por alguna razón. Nuestra investigación evidencia que haciendo esto, podríamos estar enseñando a los niños a usar estas comidas para afrontar algunas emociones, y por tanto enseñándoles a ingerir emocionalmente más adelante durante sus vidas.
La ingesta emocional suele implicar comidas de alto contenido en grasas y calorías poco saludables; además está relacionada con trastornos alimentarios y obesidad; aprender a instaurar hábitos alimenticios saludables con nuestros hijos desde que son pequeños puede ayudar a prevenirla.
¿Qué hacer si tu hijo o hija ya son obesos?
Diferentes investigaciones científicas han demostrado que el mindful eating es efectivo para mejorar la alimentación de los adolescentes, con los cambios consiguientes en su peso.
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