Según una investigación publicada en la revista Food Research International ser sorprendida agradable o desagradablemente por el sabor de algo puede cambiar tu estado de ánimo.
Hay una convicción creciente en que las reacciones emocionales que aparecen al probar un alimento o la percepción de fragancias juegan un papel importante en la aceptación de los productos de consumo. Lo que no está claro, es cómo medir esto de forma representativa, ya que los tests habituales tienen la desventaja de influir a los usuarios y sugerirles sensaciones que quizás de otra forma no hubiera sentido.
En la búsqueda de un método simple para medir los efectos emocionales inconscientes del consumo de comida, un equipo de investigadores de Holanda, Austria y Finlandia usó cuatro técnicas diferentes para medir la respuesta emocional de las personas y averiguar qué efectos emocionales producía en la gente, si es que había alguno, el comer distintos tipos de yogures.
Buscando las reacciones emocionales a la comida (Mood Food)
A tres grupos de al menos 24 participantes se les dio dos yogures diferentes para saborear y se pasaron los 4 tests. Los yogures eran de la misma marca pero eran de diferente sabor o con un contenido graso distinto.
Los cuatro métodos para medir la respuesta emocional fueron:
-Examinar la cara del participante durante el consumo
-Un nuevo test de proyección emocional (TPE)
-Un test de tiempo de reacción autobiográfica basado en la congruencia del humor.
-El movimiento de los ojos para medir el impacto del envase (packaging).
Con los resultados de la lectura facial hubo dificultades técnicas por lo que no se usaron y el test autobiográfico no fue significativo.
El TPE se usó para determinar el efecto de los diferentes yogures en el humor de la gente. Se mostró a los participantes fotografías de otras personas y se les dijo que clasificaran a la gente de las fotografías en seis rasgos positivos y seis negativos antes y después de comer el yogur.
La idea es que las personas proyectan sus emociones en los demás, de modo que lo que dan es una indicación de su propio estado de ánimo.
En cuanto al movimiento de los ojos, el test de seguimiento ocular pretende caracterizar la conducta de observación y la atracción visual de los estímulos, y se usó para evaluar el efecto del envase. Aunque la conducta visual puede ser influenciada por las reacciones emocionales, el resultado del seguimiento visual no es capaz de describir los estados de ánimo. Por tanto, comparar el seguimiento visual antes y después de comer el yogur mostró los efectos de la familiaridad pero no la emoción necesariamente.
Respuesta positiva a yogures bajos en grasas y a los yogures de vainilla
El equipo también analizó los efectos sensoriales de los yogures. No hubo diferencia por ejemplo en las respuestas emocionales a los yogures de fresa frente a los de piña, pero las versiones con menor contenido en grasas alcanzaron más respuestas emocionales positivas.
Lo que les pareció más sorprendente a los investifadores, fue que el yogur de vainilla elicitó una fuerte respuesta emocional positiva, apoyando la evidencia previa de que un olor sutil de vainilla en lugares como las salas de espera de hospitales puede reducir las agresiones y mejorar las relaciones entre los pacientes y entre éstos y el personal del hospital.
En resumen, el equipo concluyó que comer yogures de vainilla hizo sentirse feliz a la gente y que los yogures con bajo contenido en grasa produjo una respuesta emocional positiva.
Además se vio que aunque los participantes informaron que notaban diferencias en el gusto de los yogures, los yogures de frutas diferentes no produjeron mucha diferencia en el efecto emocional.
El autor del estudio, el doctor holandés Jozina Mojet dijo:
Esta clase de información podría ser muy valiosa para los fabricantes, ya que da una visión rápida de las respuestas inconscientes a los productos. Nos hemos sorprendido de cómo a través de la medición de emociones pudimos obtener información sobre los productos independientemente de que la gente dijese que les gustasen o no.
Tradicionalmente se han testado los productos de consumo usando métodos explícitos como preguntar directamente a la gente cómo se sienten cuando los prueban. En contraste, este método es implícito y no está controlado por la mente consciente de los participantes.
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