Desde que era pequeño y vi por primera vez la película de los Monty Python “El Sentido de la Vida” empecé a pre-ocuparme por este tema. ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Cuál es el mensaje de la película? ¿Será que la vida es tan absurda que no hay que buscarle sentido? ¿Será que lo que no tiene sentido es la película?
Lo cierto es que cuando uno trata de buscar un sentido para la vida del conjunto de los mortales prácticamente sólo encuentra uno que sea común a países y culturas: El sentido de la vida es vivir.
Sí, es simple, pero aunque parezca de perogrullo esa frase encierra más de lo que parece: vivir significa asumir aquello que de forma natural implica la vida…
Pero…¿y si el sentido de la vida fuera único e intransferible?
¿Y si lo importante y significativo en la vida de cada un@ fuese propio de esa vida solamente?
Esa es una de las cosas que más me gusta de la Terapia de Aceptación y Compromiso:
Esta terapia trata de reorientar y ayudar a la persona a dirigirse hacia sus valores; sus propios valores, no los de la sociedad ni los del terapeuta…
En consulta se explora qué es lo que realmente le importa al paciente y se le ayuda a reflexionar para que analice si realmente se está dirigiendo hacia allí, y, si no es así, se le proporcionan herramientas para ello.
El objetivo es que la persona vuelva a tener una vida significativa, que encuentre y dirija su rumbo hacia lo que realmente le importa y valora, en definitiva, que su vida tenga una dirección y sobre todo…
un sentido.
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