Sin duda no ha habido un momento anterior en la historia de la humanidad en que se realizaran más tareas simultáneamente que éste.
Saltamos de una tarea a otra totalmente diferente casi de forma continua, en muchas ocasiones para posteriormente volver a la misma tarea anterior.
El origen de este modo de procesar la atención podría estar en los medios y tecnologías de la comunicación:
Desde que se inventa el teléfono, que con su sonido nos alerta para que, de inmediato abandonemos aquello que estábamos haciendo y en lo que depositábamos nuestra atención…pasando por el busca, la radio y la televisión que podemos escuchar mientras realizamos otra tarea, saltando y moviendo alternativamente nuestro foco de atención entre una y otra actividad…siguiendo con el teléfono móvil o tabletas con sus múltiples aplicaciones como las Apps, el wasap y diferentes redes sociales que con sus avisos sonoros nos sacan de la profundidad atencional en la que estábamos inmersos para cambiarla por completo a otra a veces de índole totalmente diferente…
Pasamos de una conversación a otra, dejando la anterior inacabada…dejamos la lectura de un libro o de un email a medio para leer un mensaje de texto o poner a cargar nuestro móvil, tratamos de hacer un ejercicio de meditación en grupo mientras suenan consecutiva y simultáneamente diferentes y surrealistas melodías que anuncian wasaps, baterías descargadas, emails, ingresos o cargos bancarios, una cita olvidada en un calendario de Outlook o simplemente un Me Gusta que la prima de alguien presente en la sala (o al menos su cuerpo) ha dado a un comentario de alguien que no conoce y que quizás tampoco entiende del todo.
Vaya mundo éste y lo distinto que es respecto a aquel en el que se forjó nuestro cerebro y en el cual sus mecanismos de procesamiento de la información evolucionaron.
¿Será por tanto lógico que muchas veces nos saturemos con tanta cantidad de información que pretendemos abarcar?
¿Contribuirá este hábito a la ansiedad y estrés que sentimos en algunos momentos?
Y por si esto fuera poco, resulta que la atención (más que el tiempo) es el mejor regalo que podemos hacer y hoy en día la regalamos a cualquiera; pero el problema no es la generosidad, sino que al ser un recurso escaso, sólo podemos concedérsela a una cosa por vez y por tanto para dársela a alguien o a algo debemos quitársela antes a otra persona, animal o cosa.
Tantos talleres de yoga, meditación y mindfulness quizás nacen para compensar, este déficit de atención profunda y plena, ya que lo que está de moda ahora es la atención superficial.
Y por si esto fuera poco, la ciencia nos dice que nuestro cerebro trabaja más eficientemente cuando se enfoca en una sola tarea durante un largo período de tiempo.
Las investigaciones demuestran que la multitarea (multitasking), tan extendida actualmente, reduce nuestra productividad hasta en un 40 %:
Un equipo de la Universidad de Aalto ha comprobado mediante imágenes cerebrales que cambiar de tarea frecuentemente interfiere en la actividad cerebral, lo que explica por qué el rendimiento en multitarea es peor que cuando una persona enfoca su atención en una actividad únicamente.
Como apuntan los investigadores, es muy fácil caer en la trampa de la multitarea, pero con ella, la concentración decrece, con lo que aumenta la ineficacia y como consecuencia, el estrés. Y ocurre que el estrés dificulta el pensamiento e influye negativamente en la memoria, con lo cual se cierra el círculo.
Pero la solución a todo esto no tiene que ser forzosamente abandonar las fuentes de información, sino cambiar el hábito de atenderlas abandonando la actividad que teníamos entre manos. Podemos crear el hábito de atender a una cosa por vez hasta su finalización.
De todos modos, el estrés, los problemas de memoria y los bloqueos de pensamiento no ocurren sólo derivados del uso de las fuentes de información, redes sociales y nuevas tecnologías.
Hay un “dispositivo” muy antiguo que trata de atraer nuestra atención continuamente y secuestrarla, consiguiendo en numerosas ocasiones que abandonemos nuestros quehaceres: nuestra mente.
Quienes sufren de pensamientos intrusivos o rumian con frecuencia conocen los bloqueos y las ausencias y lagunas mentales. Nuestra mente se puede convertir en el mayor distractor de nuestra atención si no tenemos el hábito de estar en el presente.
Y yo me pregunto, ¿influirán las nuevas tecnologías y la atención parcial que provocan, en este protagonismo de la mente y los pensamientos y el eclipsamiento que produce del aquí y del ahora?
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