Suelo decir que hay dos tipos de pensamiento: el voluntario y normalmente productivo (cuando planificamos algo, tratamos de recordar un suceso o de resolver un problema, etc.) y el involuntario, que tiene lugar cuando no somos nosotros quienes decidimos lo que pensamos; es como si pusiéramos la tele y nos “tragásemos” pasivamente lo que dan en esa cadena televisiva.
Este segundo tipo de pensamiento, el involuntario, es del que más se habla en la consulta de psicología, ya que es el que hace sufrir a muchas personas.
Sin embargo, el pensamiento involuntario, también puede ser placentero…sería como si lo que viésemos en la tele nos gustase y disfrutásemos con esa programación.
No obstante, cuando lo que se piensa no gusta, sino que hace sufrir, es cuando empieza a ser objeto terapéutico.
En estas ocasiones, pensar no sólo se convierte en algo inútil, sino perjudicial, pues la persona sufre y sobre todo, pierde un tiempo precioso, que no dedica a algo que considera más importante en su vida.
Pero ¿por qué se enganchan las personas en pensamientos que les hacen sufrir?
Muchas veces lo hacen buscando una sensación de seguridad que nunca llega, tratando de acabar con miedos que continúan a pesar de haber estado dándole vueltas a lo mismo durante mucho tiempo.
Otras veces, el objetivo es resolver un problema cuya solución raramente aparece, pues en muchas ocasiones, el problema hay que resolverlo fuera de la cabeza y no dentro.
En mucha gente funciona como una auténtica adicción, y siempre digo que no podemos elegir esos pensamientos que nos asaltan, pero sí que podemos elegir enredarnos o no con ellos.
Y ¿Por qué sufren las personas con sus pensamientos?
La mayoría por miedo. Tienen miedo de que su mente, cual experta pitonisa, adivine el futuro, y sus ocurrencias más temidas tengan lugar; entran entonces en un enredo tedioso en el que tratan de desmontar sus premoniciones mentales con argumentos repetitivos.
En otras personas, al miedo hay que añadirle además la culpa. Se sienten culpables de los pensamientos que tienen, algo curioso, si asumimos que esos pensamientos no los han elegido ellos.
Sin embargo, hay personas que asumen tener pensamientos disparatados de todo tipo y los aceptan, ya que no son voluntarios.
Y mejor aún, hay otras personas que convierten el pensamiento involuntario en productivo. Esas son las personas creativas.
¿De dónde salen las ideas? ¿…No sólo para un artilugio, sino para una película o una novela?
Pues muchas veces, de esos pensamientos locos y disparatados que no hemos decidimos tener, sino que sencillamente surgen….son esos pensamientos que nos asaltan, sean inmorales, monstruosos o estúpidos, pero que pueden tener un valor creativo incalculable.
¿Por qué malgastar estos pensamientos sufriendo o sintiéndote culpable por tenerlos?
¿Por qué no tiras de la curiosidad y le das una salida creativa?
Este segundo tipo de pensamiento, el involuntario, es del que más se habla en la consulta de psicología, ya que es el que hace sufrir a muchas personas.
Sin embargo, el pensamiento involuntario, también puede ser placentero…sería como si lo que viésemos en la tele nos gustase y disfrutásemos con esa programación.
No obstante, cuando lo que se piensa no gusta, sino que hace sufrir, es cuando empieza a ser objeto terapéutico.
En estas ocasiones, pensar no sólo se convierte en algo inútil, sino perjudicial, pues la persona sufre y sobre todo, pierde un tiempo precioso, que no dedica a algo que considera más importante en su vida.
Pero ¿por qué se enganchan las personas en pensamientos que les hacen sufrir?
Muchas veces lo hacen buscando una sensación de seguridad que nunca llega, tratando de acabar con miedos que continúan a pesar de haber estado dándole vueltas a lo mismo durante mucho tiempo.
Otras veces, el objetivo es resolver un problema cuya solución raramente aparece, pues en muchas ocasiones, el problema hay que resolverlo fuera de la cabeza y no dentro.
En mucha gente funciona como una auténtica adicción, y siempre digo que no podemos elegir esos pensamientos que nos asaltan, pero sí que podemos elegir enredarnos o no con ellos.
Y ¿Por qué sufren las personas con sus pensamientos?
La mayoría por miedo. Tienen miedo de que su mente, cual experta pitonisa, adivine el futuro, y sus ocurrencias más temidas tengan lugar; entran entonces en un enredo tedioso en el que tratan de desmontar sus premoniciones mentales con argumentos repetitivos.
En otras personas, al miedo hay que añadirle además la culpa. Se sienten culpables de los pensamientos que tienen, algo curioso, si asumimos que esos pensamientos no los han elegido ellos.
Sin embargo, hay personas que asumen tener pensamientos disparatados de todo tipo y los aceptan, ya que no son voluntarios.
Y mejor aún, hay otras personas que convierten el pensamiento involuntario en productivo. Esas son las personas creativas.
¿De dónde salen las ideas? ¿…No sólo para un artilugio, sino para una película o una novela?
Pues muchas veces, de esos pensamientos locos y disparatados que no hemos decidimos tener, sino que sencillamente surgen….son esos pensamientos que nos asaltan, sean inmorales, monstruosos o estúpidos, pero que pueden tener un valor creativo incalculable.
¿Por qué malgastar estos pensamientos sufriendo o sintiéndote culpable por tenerlos?
¿Por qué no tiras de la curiosidad y le das una salida creativa?
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