La profecía autocumplida es un curioso fenómeno que puede tener tanto consecuencias positivas como negativas.
Muchas veces se ha oído hablar de su
efecto negativo en el área escolar de tal forma que cuando los alumnos pasan de
curso y cambian de profesor hay profesores que tratan de informarse con sus
colegas de las características de cada uno de los alumnos a los que ese año
académico dará clase.
De este modo el profesor ya tendrá una
idea preformada de las características de cada uno de sus alumnos y tratará
consciente o más probable aún, inconscientemente, a sus alumnos de modo
diferente en virtud de sus ya prefijadas opiniones.
¿nada más injusto verdad?
Probablemente atienda con mejor cara y
mayor atención las respuestas de los alumnos considerados como “aventajados” y
desatienda las preguntas o mire peor las conductas de los alumnos “difíciles”
siempre según los criterios del profesor del año anterior.
Este hecho fue demostrado experimentalmente por Robert Rosenthal (Efecto Rosenthal o Efecto Pigmalión).
Este hecho fue demostrado experimentalmente por Robert Rosenthal (Efecto Rosenthal o Efecto Pigmalión).
Afortunadamente la profecía
autocumplida también pude tener efectos positivos en el área escolar. En
Terapia breve muchas veces se explota este recurso cuando se quiere provocar un
cambio de comportamiento en la conducta de los profesores hacia un alumno y a
consecuencia de esto, un cambio paralelo de conducta en el alumno.
Podría ser el caso de un alumno
hiperactivo sobre el que se está interviniendo individualmente pero que
adicionalmente se le dice a sus profesores que se están empezando a ver ligeras
mejoras en su conducta, con lo cual los profesores empiezan a ver al chico
(mucho más probable que chica según las estadísticas) con “otros ojos” y a
comportarse de otro modo con él, comportamiento que influye en el de los
compañeros del niño y a su vez en su propio comportamiento.
Pero la profecía autocumplida, muy
relacionada con el efecto placebo, se ha introducido muchas veces en otros
campos más esotéricos. Explotado en muchos libros de autoayuda que han tratado
de encontrar en este “Secreto” no tan secreto el remedio a todos los males y la
piedra de toque de la felicidad.
Sí que es cierto que las expectativas
juegan un papel muy importante en nuestra conducta consciente e inconsciente.
Sí nos gustan los dulces y nos
acercamos a una pastelería, ¿qué expresión tendremos en nuestra cara?
¿Por qué decía Milton Erickson que los
hombres que paseaban y pasaban por delante de una panadería ralentizaban su
paso?
Esas conductas, conscientes o no, podrían
determinar el resultado de nuestro comportamiento.
Es el caso de un vendedor optimista que
entabla conversación con su cliente sonriendo, con muchas probabilidades de que
la persona que tiene enfrente le sonría de forma automática también y que por
tanto cambie ligeramente su estado de ánimo al sonreir.
El vendedor ha sembrado, a propósito o
no, una buena disposición en su interlocutor; con otras palabras, ha generado
un buen clima.
Sin embargo, si el vendedor tuviera en
su cabeza que su producto es humo y que no va a “colocárselo” a nadie
probablemente no entraría en la empresa con la misma sonrisa, sino quizás con
una cara algo descompuesta que generaría automáticamente una sensación
desagradable en su interlocutor, que éste probablemente identificaría como
desconfianza.
En ambos casos se ha autocumplido la
profecía, y ocurre en más casos, como en la persona un tanto paranoica que cree
que todo el mundo le odia, lo que le llevará a tener una cara de desconfianza
tal, que provocará una sensación desagradable en los demás, quienes por tanto
le tratarán “como si le odiaran”.
O también el caso del tímido que llega
a una fiesta con cara “de susto” , atrayendo de esta forma a muy poca gente a
su lado.
En este caso una posible intervención terapéutica pasaría por el
“actuar como si”.
Si se le prescribe al paciente que cada día haga
una cosa diferente que haría como si fuera extrovertido el paciente tímido
empezará a darse cuenta de las reacciones que produce en los demás con su
comportamiento, empezará a tener más autoconfianza, y gradualmente, a
comportarse de una forma más sociable.
En la vida cotidiana hay múltiples
casos de profecías autocumplidas, ¿se te ocurre alguno más? ¿sería útil en ese
caso "actuar como si"…?
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