sábado, 9 de enero de 2016

Los terrores nocturnos: síntomas, causas y posibles tratamientos

¿Qué son los terrores nocturnos?
Los terrores nocturnos son episodios del sueño en los que se sufren experiencias de terror. Quienes los sufren, suelen chillar y gritar, a veces con sus miembros momentáneamente paralizados. Estos desórdenes del sueño suelen estar asociados al sonambulismo.
Los terrores nocturnos son más comunes en los niños, aunque los adultos también pueden sufrirlos. Un ataque normalmente dura entre 30 segundos y tres minutos, aunque puede ser sustancialmente más largo.

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Los terrores nocturnos son desagradables para todos los implicados, aunque en general, no son un motivo para acudir al médico.
A partir de varios estudios realizados sobre las parasomnias, se puede estimar que unos 7 millones de personas en Estados Unidos, habrán experimentado terrores nocturnos en algún momento de sus vidas.


Los terrores nocturnos son más comunes de lo que pensamos.
Los terrores nocturnos son más comunes de lo que pensamos.


Síntomas de los terrores nocturnos
Los terrores nocturnos son diferentes de las pesadillas. En una pesadilla, el soñador puede despertarse, pero durante los terrores nocturnos, normalmente continúa durmiendo.
Esto es debido probablemente a la fase del sueño en la que ocurre. Las pesadillas suelen ocurrir durante la fase REM, hacia el final de la noche, mientras que los terrores ocurren en el primer tercio de la noche, durante el sueño profundo o de ondas cortas.


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Los síntomas suelen ser los siguientes:

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-Dar gritos y chillidos
-Sentarse en la cama o experimentar sonambulismo
-Movimientos intensos de los miembros del cuerpo
-Respiración intensa, pulso acelerado y sudoración
-Pupilas dilatadas y tono muscular elevado
-Dificultad para salir del sueño
-Confusión al ser despertado
-Ojos abiertos como despierto pero sin responder a los estímulos
-Comportamiento agresivo (más común en adultos)
-Amnesia (a veces parcial) de lo ocurrido


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Causas de los terrores nocturnos
Puede haber varias causas potenciales o factores que contribuyan a los terrores nocturnos. Algunos de los más comunes son:
-Fiebre (sobre todo en niños)
-Estrés
-Deprivación del sueño
-Luz o ruido
-vejiga urinaria muy llena
-Pasar la noche en un sitio no familiar
-Componente genético
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Los terrores nocturnos son muy comunes en los niños.


Adicionalmente, los terrores nocturnos están habitualmente asociados con otras condiciones subyacentes tales como problemas respiratorios durante el sueño (como apnea), migrañas, síndrome de las piernas inquietas y consumo de ciertos medicamentos.
Hay numerosas investigaciones actuales sobre las parasomnias, que tratan de profundizar en el conocimiento de estos desórdenes.
Los siguientes factores pueden jugar un papel en los terrores nocturnos sufridos por algunas personas.


Relación con el sonambulismo
Los terrores nocturnos y el sonambulismo a menudo van de la mano. Ambos fenómenos ocurren durante el sueño de ondas cortas en la primera etapa de la noche.
Algunos investigadores piensan que quienes presentan sonambulismo o terrores nocturnos pueden tener una dificultad inherente en mantener el sueño de ondas cortas, de modo que son susceptibles a sufrir activaciones cerebrales rápidas en las que pueden tener lugar las parasomnias.


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Disfunción talámica
Sólo en algunos casos puede ser un factor significativo la existencia de una lesión cerebral en la causa de este desorden. Se piensa que el Tálamo juega un papel esencial en el mantenimiento de los ciclos sueño-vigilia. También actúa como un filtro de las señales que nos llegan del exterior. Mientras dormimos el tálamo envía menos información que durante la vigila a las otras estructuras cerebrales.


Factores Genéticos
En un estudio que investigaba las parasomnias en familiares se encontró que el 80 % de los sonámbulos y el 96 % de los que sufrían terrores nocturnos tenían al menos un familiar cercano afectado por terrores nocturnos, sonambulismo o por ambas cosas.
Otra investigación que analizaba los casos de gemelos mono y dicigóticos también apuntaba significativamente a la heredabilidad de los terrores nocturnos: cuando uno de los dos hermanos s sufre terrores nocturnos, la probabilidad de que el otro también los sufra es mucho mayor si son gemelos que si se trata de mellizos.


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Tratamientos
No es muy común la necesidad de medicar para tratar los terrores nocturnos. Un gran porcentaje de personas los sufre durante su infancia, e incluso hay hipótesis que apuntan a que son consecuencia del desarrollo del sistema nervioso del niño.
Si los episodios causan mucha perturbación en el ambiente familiar, o las consecuencias son importantes en el funcionamiento diurno, se pueden tratar de diferentes formas como mejorando las condiciones del sueño si se piensa que el poco tiempo de sueño es un factor causal o actuando sobre el estrés si éste se percibe como posible causa del trastorno.


Intervenciones sencillas
Si tú o tu hijo padecen terrores nocturnos, hay varias intervenciones sencillas que puedes intentar para minimizar sus efectos:
-Hacer el entorno de sueño más seguro: cierra todas las puertas y ventanas por la noche. Retira los objetos peligrosos y frágiles.
-Identifica posibles factores de estrés y trata de minimizarlos. Es posible que en algunos casos sea útil pedir ayuda a un profesional.
-Aumenta el tiempo de sueño: la deprivación del sueño puede ser un factor, así que puedes intentar irte antes a la cama o añadir una siesta al tiempo diario de sueño. Una rutina con efectos relajantes antes de acostarte, como un baño caliente o una lectura ligera, podría ayudar.
-Busca posibles patrones causales: mantener un registro diario de la calidad del sueño, apuntando la hora aproximada de ocurrencia puede ser útil. Si ocurren regularmente a una determinada hora, trata de levantarte 15 minutos antes del momento de ocurrencia habitual, mantente levantado durante 5 minutos y vuelve a acostarte al cabo de ese tiempo. Si es tu hijo el que sufre los episodios, tendrás que seguir este mismo procedimiento, que aunque es difícil de llevar a cabo, suele dar muy buenos resultados.
Y si me despiertas una vez que el episodio ya ha comenzado, por favor, hazlo suavemente.

¿Quieres una dieta efectiva? Dieta emocional: mindful eating

Mindful Eating: Los expertos dicen que las dietas fallan por no tener en cuenta los aspectos emocionales de la comida
Mucha gente se hace el propósito cada año de perder peso, y aunque las intenciones son buenas, muchas veces los resultados no lo son tanto.
Además se ha estimado que sólo el 8 por ciento de las personas que hacen propósitos para el año que empieza los logran mantener.
Y por si fuera poco, incluso aunque se pierda peso al principio de una dieta, muchas veces el peso perdido regresa para quedarse (curiosamente es uno de tantos que puede volver a visitarnos por Navidad).
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Según Diane Robinson, neuropsicóloga y directora del programa de Medicina Integrativa del sistema de Salud de Orlando, en U.S.A., estos datos no son sorprendentes, ya que la mayoría de las personas se centra casi por completo en los aspectos físicos de la pérdida de peso, como la dieta y el ejercicio; sin embargo, hay un componente emocional en la comida que la mayoría pasan por alto y que no obstante, puede sabotear sus esfuerzos.
 
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Desde el programa citado se realizó una reciente encuesta a nivel nacional de más de mil personas y se encontró que el 31% de los americanos piensa que la falta de ejercicio es su mayor barrera a la hora de perder peso, seguidos por aquellos que piensan que el mayor obstáculo es la cantidad de comida ingerida (26%) y el esfuerzo requerido para llevar un estilo de vida saludable (17%). Un 12% argumentaba que su mayor barrera era el tiempo necesario para poder mantener el compromiso.
Curiosamente, sólo un 1%, pensaba que el bienestar psicológico fuese un factor. “Esto podría explicar por qué para tantos bajar peso se convierte en una batalla” decía Robinson. “Para perder peso y mantener los efectos a largo plazo, tenemos que hacer algo más que pensar lo que comemos, también necesitamos entender por qué comemos”.
Desde una edad temprana estamos unidos a la comida. A los niños muchas veces se les ofrece comida para consolarlos cuando están tristes o como recompensa por su buen comportamiento. Muchas celebraciones, como las cenas de Navidad, los cumpleaños, el día de San Valentín, etc., disponen la ingesta de comida como elemento central. Algunos olores de comidas concretas nos trasladan emocionalmente a determinadas épocas.
Las celebraciones y la comida es algo prácticamente inseparable.
Las celebraciones y la comida es algo prácticamente inseparable.
 
 
Conscientes o no, estamos condicionados a la ingesta de comida no sólo por necesidad, sino por confort. No es algo malo necesariamente, siempre que lo tengamos en cuenta y lo gestionemos adecuadamente.” Añadió Robinson.
Nuestro cerebro reacciona de la misma forma con otros placeres. Ya sea por el consumo de drogas, por un encuentro romántico o por una comida satisfactoria, el cerebro genera un neurotransmisor conocido como dopamina.
El problema comienza cuando la actividad que usamos como recompensa, o bien como amortiguador de ciertos eventos no deseados, es perjudicial para nuestro organismo o nuestros propósitos vitales.
Muchas personas crean el hábito de realizar determinadas conductas perjudiciales cuando se sienten estresadas, ansiosas, tristes o enfadadas: ya puede ser comer en exceso, fumar, beber, jugar, comprar y otras cosas que pueden convertirse en una adicción difícil de erradicar y cuya misión básica es permitir a la persona evadir o huir de una emoción. Como resultado algunas veces la persona se siente relajada realizando ese comportamiento, aunque otras veces entra en escena la culpa…
Darse cuenta de esto puede hacer que seamos más libres y capaces de elegir qué hacemos.
Diane Robinson nos propone las siguientes recomendaciones para ayudarnos reconocer la conexión emocional que mantenemos con la comida:
-Confecciona un diario con tus comidas diarias y tu estado de ánimo. Luego busca los patrones no saludables.
-Identifica las comidas que te hacen sentir bien y escribe por qué las comes, ¿te evocan algún recuerdo o crees que dependes de ellas para evitar sentirte mal?
-Antes de comer algo pregúntate si lo comes porque tienes hambre. Si no es así, busca la raíz emocional de esta conducta
Desde luego, esto tiene bastante que ver con el mindful eating. Hay quien puede reaccionar con pereza ante la idea de registrar cuándo, qué y por qué come, pero desde luego es una forma muy eficaz de ser consciente.
 
El objetivo es comer por hambre y no como forma de afrontar emociones
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El objetivo es comer por hambre y no como forma de afrontar emociones.
 
Quizás en algunos casos sea necesario plantearse la ayuda psicológica: si no tienes reparos a la hora de contratar a un entrenador personal, ¿por qué tenerlo entonces para acudir a la consulta de un psicólogo?.
Como dijo Diane Robinson “Si tratar de mantener tu cuerpo en forma no ha funcionado hasta ahora, puede ser el momento de intentarlo con tu mente”.